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23 noviembre, 2024

Carola Reyna y Boy Olmi: 30 años de amor y dos meses de terapia de pareja: «Es algo muy atrevido elegirse tanto»

Boy Olmi y Carola Reyna desafían al reloj. Como si detenerse sin prisa, a contemplar las pequeñas cosas de la vida -o reelegirse en la era de la inmediatez– fuera toda una batalla ganada contra el tiempo.

De esa y otras conquistas, como atreverse a protagonizar dupla de ficción en Familia de diván, la nueva serie original de Flow con estreno el 1 de diciembre, habla la querida pareja de actores que hace 30 años -y contando- renueva su compromiso sentimental.

“Disfrutamos de una vida íntima muy intensa, con montones de aventuras de todos los colores. Viajes, nuestra vida en casa, con nuestros hijos. Eso hace que no estemos todo el tiempo procurando que la pareja en sí misma sea un objeto de consumo”, coinciden del otro lado del altavoz, promediando una jornada “a cuatro manos” que entre sándwiches, notas y alternados mates, se estiró más de la cuenta.

“Pero más maratón fue la grabación del programa, que duró ocho semanas”, advierten, aventurados en el nuevo dramedy (combinación de drama y comedia) de 8 capítulos -dirigido por Alejandro Ciancio y con catálogo actoral de alto vuelo- al que Carola define decididamente como “ir a la selva en un viaje de aventuras”.

En ese trance, de tiempos acotados pero mucho ensayo previo, Carola y Boy son un matrimonio de terapeutas. Que además de atender juntos y compartir pacientes de turno, enfrenta un drama que salpicará a todo su núcleo alrededor: la separación.

“Es una familia como cualquiera, donde a todos les están pasando cosas todo el tiempo”, adelantan quienes en esta vuelta -su última incursión juntos en pantalla fue la versión porteña de La Niñera, sitcom de 2004- comparten elenco “premium” con Nora Cárpena, Inés Efrón, Cecilia Dopazo, Eleonora Wexler, Martín Seefeld, Antonio Birabent y Teo D’elia, entre varios más.

“Había un desafío muy grande, que para nosotros fue fundacional: si nos atrevíamos como pareja a trabajar juntos. Y fue tan lindo lo que nos pasó, usarnos como pareja real para conectar frente a una cámara al servicio del relato, que salimos muy contentos”, cuentan.

Boy Olmi y Carola Reyna tienen el objetivo de envejecer juntos. Foto: Ariel GrinbergBoy Olmi y Carola Reyna tienen el objetivo de envejecer juntos. Foto: Ariel Grinberg

Juntos, pero no pegados

-¿Era el proyecto para atreverse?

Reyna: Nos conquistó de movida. Nos gustó el planteo, los personajes, los guiones y dijimos: no podemos ser tan giles de perdernos esto. Nos ha pasado de tener propuestas, más en teatro, pero a veces no es el momento o el material.

El año pasado nos ofrecieron una obra bella, pero muy dramática. Que no tenía que ver con una pareja, pero hay que subirse todos los días una pareja en la vida real a contar semejante drama. Como nosotros compartimos tanto en el cotidiano, hacemos cosas juntos cuando nos divierte. Hicimos una obra por streaming en casa, en pandemia y son experiencias buenísimas, pero no sé si nos gustaría estar todo el tiempo trabajando juntos.

-¿Hubo banderas rojas en el rodaje para tomar nota en casa?

Olmi: Nos llevamos muy bien, porque esas banderas rojas que decís estaban como un prejuicio antes de empezar, con respecto a cómo iba a interferir llegar a casa agotados y seguir cargando el estrés de protagonizar juntos. Pero nos contuvimos y con mucho humor. Se apagaba la luz tratando de dormirnos temprano, pero eran las 12 de la noche y recordábamos anécdotas a carcajadas en la oscuridad del cuarto. Así hasta el día de hoy.

Sobre la comedia dramática, creación de Ariana Saiegh y Gonzalo Arias, resume Boy: “Es una historia de amor de muchos personajes. Y el psicoanálisis, materia prima muy conocida por mí, es también protagonista. Además con Carola somos pacientes consuetudinarios. Ambos recibimos diferentes terapias a lo largo de la vida porque creemos en trabajar sobre el alma, las emociones, la neurosis, la angustia. Nos es un lenguaje familiar”.

Boy Olmi y Carola Reyna, en su casa de San Telmo. Vienen de hacer un viaje en casa rodante. Foto. Ariel GrinbergBoy Olmi y Carola Reyna, en su casa de San Telmo. Vienen de hacer un viaje en casa rodante. Foto. Ariel Grinberg-¿El diván de pareja fue opción alguna vez en tanto tramo recorrido? Para ordenar o revisar casilleros más o menos flojos…

Reyna: Una vez hicimos dos meses una terapia, que ni me acuerdo ya por qué. Estuvo bueno. No digo que el diván nos haya salvado tampoco. No era un momento que hubiera que buscar salvación en el diván.

Olmi: Es un camino de conocimiento, más que ir a remediar problemas. Como hijo de una de las primeras psicólogas de la Argentina (Mabel Allerand), yo hacía terapia desde los 7 años. Desfilaron por mi casa y experiencia todos los caminos terapéuticos y formas: las antiguas, las modernas, las de vanguardia. Hoy hacer terapia es como ir al podólogo o al gastroenterólogo.

Y tenemos con Carola la fortuna de que cada vez nos vamos respetando aún más en no querer cambiar al otro y decir: me gustas como sos.

-Hablando de revisarse, los formatos de pareja han evolucionado también con bastante más apertura. ¿Cómo impacta en ustedes esa ola fresca de cambio? ¿Se registra? ¿Se toma nota?

Reyna: Creo que somos los más modernos llevando más de 30 años juntos, somos como “la” vanguardia. En la modernidad, lo nuestro es como re punk.

Olmi: Es algo muy atrevido elegirse tanto. Con Carola somos personas abiertas, no parejas abiertas.

Reyna: Creo que está todo buenísimo en la medida de lo que vas necesitando y por ahora somos muy atentos a eso. Estamos bastante bien.

Boy Olmi y Carola Reyna, como los dos terapeutas de Boy Olmi y Carola Reyna, como los dos terapeutas de «Familia de diván». Foto: Flow

Envejecer juntos y el viaje en motorhome

-Y en ese recorrido juntos, hay una suerte de hilo rojo entre ustedes que nunca se rompió. Como la leyenda japonesa…

Olmi: Cuando nosotros nos encontramos hace mucho, tuvimos la sensación de que había algo por lo que valía la pena apostar. Y es tan así que nuestros hijos se transformaron en hermanos y crecimos juntos.

Hace pocos días le hablaba a Carola del proyecto de envejecer con una persona cerca. Yo soy más grande que ella y como proyecto me atrae un montón sentir que Carola puede estar en un futuro conmigo. Seguir compartiendo las aventuras con el mismo entusiasmo que hoy, como cuando encaramos un viaje, subimos una montaña o nos internamos en el mar juntos a nadar. Porque disfrutamos de una vida íntima muy intensa, con montones de aventuras de todos los colores.

-¿La travesía en motorhome a Mendoza, uno de los últimos veranos, fue de las más coloridas? ¿Quién tuvo la voz cantante en el asunto?

Reyna: La que más hinchó fui yo, jaja, pero era la menos experimentada. Si bien él siempre fue más de campamento, yo tenía el sueño de subirme a la casita rodante como la casita de muñecas.

Olmi: Pero, ¿sabes qué es lo distintivo de la casa rodante, más allá del formato? La libertad, el vincularse con la naturaleza en un estado extremo. En Mendoza subimos a la cordillera y dormimos en lugares muy desolados. En campos, montañas, ríos. Había algo de poder elegir dónde nos agarraba la noche, poder prender un fuego y cocinar.

Reyna: También un experimento, porque hay que convivir en un lugar tan pequeño. Donde si dejas el cajón abierto y arrancás, se te caen todos los cubiertos. También el nervio de manejar algo tan grande en ruta donde venían camiones de frente.

-¿Cuántas noches durmieron en la montaña?

Olmi: Muchas. El Cañón del Atuel es increíble. Una especie de paisaje jurásico en donde cuando el turismo se retiraba, podíamos quedarnos porque estábamos con la casita a cuestas. Solos, al borde del río, debajo de las estrellas, prendiendo un fueguito y comer. Eso no tiene precio.

Reyna: También dormimos en estancias, estaciones de servicio, campamentos, campos con otros acampantes.

Una escena de Una escena de «Familia de diván», la serie que protagonizan Carola Reyna y Boy Olmi, con un importante elenco. Foto: Flow-¿Quién cocinaba? Otra habilidad de Boy, la culinaria, se dio a conocer como participante de reality.

Reyna: Usábamos mucho un chapón que le habían prestado a Boy para hacer fuego y era bárbaro. Hacía unas cosas riquísimas.

Olmi: Somos cultores del fuego. En todas sus formas. No sólo para cocinar, sino para admirarlo, observarlo, dar cobijo. Cuando tenemos tiempo pasamos un rato largo mirando el fuego.

Reyna: Siendo cuidadosos, por favor te pido…

Olmi: Si bien la motorhome tenía su cocinita a gas y su garrafa, preferíamos bajar de golpe alrededor de unas piedras a cocinar unas verduras al fuego.

Proyectos y realities

El umbral del miedo no domina su entusiasmo hacedor, dice Boy – director, productor y documentalista- cuya sed creativa se alimenta del estímulo constante.

“El temor siempre aparece como un límite y nos gusta enfrentarlo. Si apareciera una obra de teatro clásico, que no he hecho, no solo me animaría, sino que lo desearía”, admite el también anfitrión televisivo y culinario (exparticipante de MasterChef Celebrity y Divina Comida).

Por el mismo canal, pero en distinta frecuencia reflexiona Carola: “Algún día tendría que atreverme a dirigir. No digo que no me animaría, pero lo he pensado y después no se dio, reculé o no era el momento. Tendría que soltar ciertas cosas mías que me hacen sentir mucha exigencia”.

-¿De un “MasterChef” no te llamaron, Carola?

Reyna: No, fue todo un cuento chino. Supuestamente iba a estar en la primera lista, pero obviamente no me van a llamar jamás. Porque soy pésima, no cocino. De una “basiquez” que al primer batido de velocidad quedo paralizada. Ni eso ni el Bailando que, cuando empezó, hace mil años, me habían llamado.

Olmi: Los realities tienen que ver más con las emociones que se le provocan a los participantes. Pero Carola baila extraordinario. ¡Vos podes bailar! Te lo puedo decir yo que bailé ahí y duré como tres meses…

Reyna: ¿Qué voy a bailar con esos tacos? Esos giros… (Risas) No es bailar en la pista de una fiesta.

Olmi: Más que animarse. tiene que ver con elegir. Hay cosas que no elegimos, porque pueden no gustarnos. Pero Carola va a ser una gran directora.

Boy Olmi y Carola Reyna dice que les gusta trabajar juntos, pero que no es algo que harían todo el tiempo. Foto: Ariel Grinberg Boy Olmi y Carola Reyna dice que les gusta trabajar juntos, pero que no es algo que harían todo el tiempo. Foto: Ariel Grinberg -Estrenar ficción local, con lo que escasea y en un contexto post electoral tan candente, no les debe resultar indiferente.

Olmi: Estamos convencidos que el camino creativo es indispensable para la vida humana. Que exista ficción es algo inevitable en todos los pueblos. La forma que eso toma, por las coyunturas económicas o políticas, nos hace pensar que siempre va a ser posible encontrándole la vuelta. Vamos a ver cuál es la forma que toma, eso no lo sabemos. Pero va a estar siempre.

Reyna: En un momento tan álgido y agobiante como este fin de año que nos tuvo tan en vilo y todavía nos tiene, el contenido de esta serie es como agua fresca. Algo agradable, liviano, pero no por eso tonto ni menor. Inteligente, pero pacífico. Y estamos necesitando esa especie de lluvia fresca, de decir: dejémonos mojar un poquito y respirar. Acá había mucha conciencia de lo bueno de estar haciendo esto, en este momento.

-Ahora que ya hicieron el ejercicio: ¿Volverían a elegirse como pareja de trabajo?

Olmi: Yo la elegiría a Carola siempre, porque es una actriz que admiro mucho. Entonces si el proyecto nos cae en el momento adecuado, me encantaría.

-¿Carola, vos renovarías contrato con Boy?

Reyna: ¿Como actor o como pareja? Jaja. Respecto al laburo, como nos salió bien en la interna, por ahí estamos menos atajados. Creo que se renuevan ambas. Se está por firmar en 2024, jaja.

Con un máster en vigencia, el de ellos es un pacto -sin papeles- que no les cuesta nada defender. Y a esa fórmula probada de tres décadas caminando de la mano, se cuela el rol de padres.

Carola como mamá de Rafael -productor de series radicado en España- y Boy de Carlos, ambos de relaciones anteriores. “Aprovechar cada momento de cada etapa tiene su lado A y B. Y su lado espectacular”, resume Carola, a cuenta del famoso nido vacío.

Carola Reyna, en una escena de Carola Reyna, en una escena de «Familia de diván». Foto: Flow-¿Cambia el chip de la pareja? ¿Se habilitan nuevos escenarios?

Reyna: Por supuesto. Yo ayer cerré el año con Okasan (Diario de viaje de una madre), obra que seguramente seguirá el año que viene y es el viaje de una madre cuyo único hijo se va a vivir a Japón, lo que la enfrenta a ella como mujer. Y creo que sí, es una etapa muy diferente.

-¿En qué página los encuentra?

Reyna: Terminé esta obra anoche y estoy dando vuelta la página todavía. Recién hoy en el auto tomé conciencia que era casi diciembre. De hecho, mirá qué loco, nos habían contratado para hacer dos funciones en Tel Aviv y ya con todos los pasajes, el 7 de octubre que iba a subir el flyer, abrí el teléfono y estaban las noticias de la guerra en Israel.

Olmi: Yo estuve tres años conduciendo televisión y vengo de hacer una participación en Margarita, la nueva serie de Cris Morena. Será un encuentro de Margarita (así se llamará el personaje de la hija de Floricienta en la ficción) de su infancia con el presidente de Italia, que me resultó muy entretenido componer.

Y augura: “Deseando días libres para respirar un poco, pero diría que estoy detenido. Observando con placer una página ilustrada, como si fuera una lámina de doble página. Como esas pinturas de El Bosco o con la Capilla Sixtina, en donde ves colores y te detenés en un lugar, en otro…”.

Y sigue: «Como dice Carola, a punto de dar vuelta la página. En cualquier momento lo hacemos y aparecen nuevos capítulos, con nuevas ilustraciones a todo color».

-Siempre con algún fueguito cerca…

Reyna: Fueguito y mar. Siempre.

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