Milagros Martínez sufre una malformación congénita en el esófago y vive conectada a una mochila de oxígeno. Está en terapia intensiva en una clínica de Entre Ríos. Su familia pidió el traslado a Buenos Aires, pero la obra social se niega por una cuestión de costos. El caso está en manos de la Justicia.
11 de enero 2024, 05:50hs
Milagros Martínez tiene 16 años y vive en Racedo, un pueblo situado a 35 kilómetros de Paraná, Entre Ríos. Nació con una malformación congénita que, luego de 42 cirugías, hoy la encuentra internada en terapia intensiva a la espera de la resolución de un amparo judicial. Su familia reclama el traslado al centro especializado que la trató desde bebé, y denuncia que la obra social -la misma que tiene desde siempre- ahora se niega.
“Ayer presentamos un recurso de amparo y en 48 horas deberíamos tener respuesta. Necesitamos que la Justicia intime a la obra social para que autorice el traslado”, cuenta Javier Ernst, tío de la adolescente, a TN.
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Desde que abrió sus ojos al mundo, Milagros tiene atresia de esófago que impide el normal funcionamiento del tubo de deglución que conecta la boca con el estómago y provoca la alteración del aparato digestivo en general. La adolescente se alimenta únicamente con una leche especial que le suministran a través de una sonda gastrointestinal. Además sufre una fibrosis pulmonar que la obliga a estar conectada a una mochila de oxígeno en forma permanente.
En las últimas semanas, el deterioro del cuadro de “Mili” motivó su ingreso al sanatorio La Entrerriana, en la capital provincial, donde permanece en terapia intensiva desde el 23 de diciembre. “Se le cerró el píloro, que conecta la sonda con el intestino, y no está pudiendo alimentarse. Eso hizo que su organismo se debilitara. Y la fibrosis, además, complica todo”, explica Javier.
“Cada seis meses se le hace un recambio de sonda. Como le habían provisto una muy corta, y además ella está creciendo y su organismo va cambiando, hubo que extraerla. Ahí se le cerró el píloro. Ahora no se puede pasar la sonda y ‘Mili’ necesita una cirugía para poder alimentarse”, detalla el tío. “La idea es hacerle una reconstrucción en esa zona y mejorar el sistema de alimentación. Ahora está recibiendo suero y medicación, nada más”, agrega.
“Se habla de $30 millones por algunas intervenciones y la obra social se niega”
Milagros se encuentra estable, según el último parte médico. Sin embargo, su cuadro requiere una intervención urgente en un centro de mayor complejidad. Para dar el siguiente paso y aspirar a una mejoría en su salud, la adolescente necesita el traslado a la Fundación Hospitalaria, ubicada en el barrio de Saavedra, Ciudad de Buenos Aires. Es el centro donde la paciente se realizó las 42 cirugías anteriores.
“Ella está siendo alimentada por una vía central colocada en las arterias del corazón, pero es un procedimiento que no puede superar el mes. Las expectativas no son buenas si se extienden los plazos”, advierte Javier.
Y profundiza: “En la Fundación Hospitalaria ya conocen a Milagros. y tienen a los profesionales que hicieron todas las intervenciones anteriores. En el sanatorio La Entrerriana la atienden bien, pero no pueden hacer más de lo que ya han hecho”.
Al no encontrar respuestas, la familia acudió a los tribunales de Paraná con la esperanza de que la Justicia intime a OSSACRA (Medipar) a que autorice la derivación. “Como se habla de cifras grandes, como 30 millones de pesos por algunas intervenciones, la obra social se niega”, sugiere el tío.
La historia atravesó los medios y la sonrisa de Milagros apareció varias veces en pantalla a lo largo de los años. Cuando tenía 9, y ya con un historial de visitas a consultorios y al quirófano, la vida le puso una prueba de fuego.
“Habíamos logrado que ella se alimentara con una bomba de infusión, por una sonda gastrointestinal. A partir de entonces, empezó a aumentar de peso. Hasta que llegó el momento de tomar una decisión clave, que consistía en elegir si continuar en forma permanente con esa bomba o someterse a una cirugía en el Hospital Garrahan, donde si salía bien mejoraba su calidad de vida, pero si salía mal -y el riesgo era alto-, ocurriría el peor final”, detalló Javier Martínez, papá de Milagros, en una nota con Estación Plus.
”En conjunto todo el equipo médico, nosotros y ella misma, se pusieron las opciones en balanza y definimos continuar de esta manera. Ella nos dijo que aunque fuese con la bomba para siempre, quería seguir con vida”, concluyó.
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Siete años después, Milagros intenta superar una nueva adversidad. El problema, ahora, es que su salud está burocratizada y su vida parece estar en manos de la Justicia.
“‘Mili’ es una luchadora. Es muy fuerte. Ya salió de muchas. La desesperación ahora es que los tiempos legales no son los mismos que los tiempos de su salud,. Es una carrera contra el tiempo, y los días siguen pasando”, resume el tío. Y termina: “Estamos hace dos semanas con los bolsos listos para viajar a Buenos Aires, y nos enteramos que ni siquiera había un trámite de la obra social con la fundación”.