Era enero de 1974. Los policías se sorprendieron cuando llegaron al dormitorio del campus universitario en Seattle. Sharon Clarke compartía una casa con otras estudiantes. La esperaban como siempre a la tarde del 5 de enero pero no apareció. Fueron hasta su habitación y la encontraron sobre la cama con sangre en la cabeza y en la cara. La habían golpeado con una barra de hierro y la habían violado. Estuvo dos semanas en coma y logró recuperarse aunque no pudo ofrecer ninguna información porque el ataque le produjo una lesión cerebral. Fue una de las pocas sobrevivientes de Ted Bundy.
Un mes después, sonaba y sonaba el despertador en la habitación de otra estudiante, Lynda Ann Healy, de 21 años, que cursaba psicología en la Universidad de Washington, y que, además, trabajaba en la radio local en el programa de la primera mañana. Para cumplir con todas sus obligaciones Lynda se levantaba a las 05.30. Una compañera se encontró que la cama estaba ya hecha y creyó que Lynda se había ido hacia la radio. ¿Y el despertador? Recién a la noche, cuando los padres de Lynda llegaron para ir a cenar, retiraron las sábanas y fundas de la cama y hallaron un manchón de sangre. Revisaron el lugar y en el armario hallaron el camisón también bañado en sangre que estaba colgado de una percha. A todos les corrió un frio por la espalda. Lynda no estaba por ningún lado.
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La perfección de la trampa
Quince días después, el 12 de marzo de 1974, Donna Manson, de 19 años, salió del campus de Evergreen, al suroeste de Olympia, durante una lluviosa noche, para ir a un concierto de jazz. Nunca volvió. Un hombre alto y guapo, de cabello ondulado, con un brazo en cabestrillo, le pidió ayuda para recoger unos libros que por su lesión se le habían caído. Ella con gusto lo ayudó y él le pidió si se los podía llevar hasta su coche, un Volkswagen color marrón claro. La misma técnica del brazo en cabestrillo se utilizó tres días después pero el hombre, cuando llegaron al vehículo, le dijo a la chica que subiera y ella, con miedo, salió corriendo. Lo que hacía el criminal era perfeccionar la trampa; ahora sabía que no debía pedirle a sus vìctimas que subieran al auto sino que él las debería hacer entrar por la fuerza como pasó con Donna.
El 17 de abril, probó el engaño con una estudiante de psicologìa, Susan Rancourt, de 18 años; fue secuestrada, violada y asesinada y su cuerpo apareció tiempo después semienterrado en un bosque. Roberta Katleen Parks, de 22, fue secuestrada el 6 de mayo pero no en Seattle sino en Oregon por la sencilla razón de que el asesino y violador pensó que era mejor atacar en otro lugar para que no relacionaran los casos.
El 1 de junio, amigos de Brenda Hall, también de 22 años, la vieron por última vez hablando con un muchacho buen mozo, que tenía un brazo en cabestrillo, a la salida de un bar cerca del aeropuerto de Seattle. Diez días después el criminal utilizó muletas para atrapar a Georgann Hawkins, de 18 años. La puesta en escena fue dejar caer su billetera varias veces hasta que Georgann se acercara para ayudarlo.
Ted disfrutaba provocando miedo en las chicas, el miedo a su muerte. El 14 de julio, un día muy caluroso, dos jovencitas desaparecieron en el Lago Sammamish State, que está a 10 kilómetros al este de Seattle, con la diferencia de que esta vez habían sido varios los que habían visto al secuestrador.
Un tipo de pelo ondulado que tenía el brazo en cabestrillo se acercó a una rubia muy bonita sentada en la orilla del lago. La chica se llamaba Janice Ott. Las personas que estaban cerca escucharon que se presentaba como “Ted”. Hablaron unos 10 minutos. Se fueron juntos y de Janice ya no se supo nada más.
El nombre de Ted Bundy y los prejuicios de los investigadores
Apenas dos horas después, Denise Naslund, de 18 años, dejó a su novio y a sus amigos y fue al baño. No regresó. Lo que averiguó la Policía al día siguiente fue que un hombre con el brazo en cabestrillo se había acercado a varias chicas. Como habìa testigos que lo vieron había una descripción del sospechoso y hasta dibujos. Cuando fueron publicados por la prensa, muchos llamaron para decir lo mismo: que se parecía a un estudiante de la Universidad de Washington llamado Ted Bundy. Pero la Policìa no lo tomó en cuenta porque prevalecieron los prejuicios: Bundy era joven, decente, amistoso, había sido agente electoral y trabajó en el Comité Asesor para la Prevención del Delito de Seattle. Era un buen tipo. Además, se preguntaron los agentes, qué secuestrador le daría a la víctima su verdadero nombre.
En setiembre de 1974, descubrieron los restos de Janice Ott, de Denise Naslund, y el fémur de otra joven que no pudieron identificar. Estaban a 2500 metros al este del Lago Sammamish. Seis meses después y 15 kilómetros más lejos un estudiante de ciencia forestal halló un cráneo que era de Brenda Hall. Una inspección de la región permitió hallar los restos de Susan Rancourt, de Roberta Parks y de Lynda Healy. Nunca hallaron los cadáveres de Donna Manson y de Georgann Hawkins. De Seattle, en 1974, quien desapareció fue Bundy y asesinatos y violaciones comenzaron a suceder en la ciudad de Salt Lake City. Bundy había ido a estudiar a la Universidad de Utah.
A Bundy le gustaba mucho esquiar. También ayudar a la gente necesitada. Era un gran conversador. Le gustaba el Derecho y especialmente el Derecho Penal. También le agradaba secuestrar chicas para luego hacerles sentir terror. Cuando tenía dos chicas secuestradas, atadas, las echaba sobre un colchòn y las ponìa una frente a la otra, violaba a una mientras con sus manos estrangulaba a quien tenía a su frente. Era un excelente vecino y un héroe para la comunidad luego de que en Seattle rescatara a un nene de tres años de morir ahogado. Le placía tener sexo con los cadáveres de algunas chicas, las que más le habían gustado en vida. Fue republicano hasta la médula.
Si todavía no recibís las historias de Ricardo Canaletti en tu email,
suscribite acáTenía dos novias simultáneamente, que no sabían nada la una de la otra, y, además, se hacía tiempo para secuestrar, mutilar y asesinar a un sinfín de chicas. Era el muchacho al que todo el mundo ubica, ese, justo, el pibe de la vuelta o de la esquina, el buenazo al que se le puede pedir un favor. Sentía placer al ver a los ojos a la muchachas cuando las asesinaba.
Mató en por lo menos diez estados: para Ted Bundy, no había fronteras
Quería complacer. Quería hacer sufrir. Se le probaron más de 30 homicidios cometidos entre 1973 y 1978. Confesó más de 100 en 20 años. Pero nada de este nauseabundo resumen responde la pregunta: ¿Quién era Ted Bundy?
Fue hijo ilegítimo de una oficinista llamada, Eleonor Louise Cowell, que lo tuvo a los 22 años. Nació en Burlington, Vermont, el 24 de noviembre de 1946, con el apellido de su madre. Su padre, Lloyd Marshall, no quiso reconocerlo. La mamá se mudò con su hijo de Vermont a Filadelfia, a la casa de sus padres. En ese entonces, una madre soltera no era bien vista y los padres de Eleonor, para evitar el desprecio hacia su hija criaron a Ted como si fuese su propio hijo y dejaron creer que Eleonor era la hermana mayor de Ted. Cuatro años después se mudaron a Tacoma, cerca de Seattle. Eleonor conoció a un sureño de temperamento tranquilo que era cocinero militar llamado Johnnie Culpepper Bundy. Desde entonces Ted Cowell pasó a llamarse Ted Bundy. Eleonor y Johnnie tuvieron otros cuatro hijos.
En 1967, se registró en la Universidad de Washington en Seattle. Conoció a una bonita chica que se llamaba Stephanie Brooks y él se enamoró aunque ella no estaba interesada en él. Volvió a su ciudad natal en Vermont a buscar su certificado de nacimiento y allí se enteró que no era hijo de su madre sino que su madre era su abuela y que en verdad su mamá era su hermana Eleonor.
En el otoño de 1969, volvió a ingresar a la Universidad de Washington y se destacó en todas sus clases. Ted trabajó para varias campañas republicanas y en su tiempo libre se ocupaba de atender los teléfonos de la Clínica de Crisis de Seattle, También en ese tiempo se puso de novio con Elizabeth Kendall, una mujer divorciada que era secretaria. Fue en el verano de 1973, que coincidió con la época que Ted comenzó a violar y matar a por lo menos a nueve chicas en Seattle.
El raid de Ted Bundy
Se trasladó a Utah. Su primera víctima en Salt Lake City fue una chica de 16 años llamada Nancy Wilcox. Lo último que se supo de ella es que la vieron subir a un coche Wolkswagen marrón claro. El 11 de octubre de 1974, secuestró a Rhonda Stapley, la violó y estranguló. La dio por muerta, pero se equivocó. Su víctima pudo sobrevivir, pero el trauma fue tal que logró hablar recién muchos años después. El 18 de octubre, la hija del jefe de Policía de Midvale, Melissa Smith, de 17 años, salió de una pizzería e hizo dedo hasta su casa. Nueve días después su cuerpo desnudo fue hallado en un parque con el rostro desfigurado: había sido violada y estrangulada. Octubre de 1974 terminaría con la desaparición de otra adolescente de 17 años, Laura Aime. Medía casi 1,80; como las demás, llevaba el cabello peinado con una raya al medio. Su cuerpo, desfigurado, apareció en las montañas Wasath. Había sido violada y asesinada a golpes con una palanca.
Los agentes de Utah estaban al tanto de los asesinatos y violaciones cometidas hacía unos meses en el estado de Washington y consultaron con sus colegas. Hubo coincidencia de que se trataba del mismo criminal que se hacía llamar “Ted”. Era noviembre ya y los periódicos dieron la descripción del sospechoso que conducía un Wolkswagen marrón. Se publicó un boceto del rostro. Cuando lo vio Elizabeth Kendall llamó a la Policía y les dijo que creía que un exnovio podía ser el sospechoso que buscaban. Hasta les envió fotos de Bundy. Pero nada pasó con esta pista. Los testigos que llamó la Policía no lo identificaron en esas fotografías.
La noche del 8 de noviembre había mucha humedad. Carol DaRonche, de 17 años, estaba mirando la vidriera de una tienda en un centro comercial de Salt Lake City. Bundy se hizo pasar por policía para engañarla y llevarla al estacionamiento donde por poco la obliga a subir a su automóvil Wolkswagen. A pesar de que la amenazó con una palanca y quiso ponerle un par de esposas, ella forcejeó y pudo escapar. Carol hizo la denuncia. Esa noche, Debbie Kent fue secuestrada de la escuela secundaria, violada y asesinada con una barra de hierro.
En el comienzo de 1975, todo siguió igual. Karyn Campbell, una enfermera de 23 años, y su prometido, el médico Raymond Gadowsky, divorciado y con dos hijos, un varoncito y una nena, se registraron en el hotel Wildwood Inn en Snowmass, Colorado. Era el 11 de enero de 1975. Cuando el médico y sus hijos fueron a buscar a Karyn a su habitación para ir a cenar, no la encontraron. Un mes después y a unos kilómetros del hotel, un conductor vio el cuerpo desnudo de una mujer sobre la nieve. Era Karyn. La habían matado a golpes con una barra de hierro. Después de Karyn Campbell, cinco mujeres más fueron asesinadas en Colorado en circunstancias similares. Será siempre incalculable la cifra de víctimas de Ted Bundy.
Un Volkswagen marrón claro y un Cadillac destartalado
El sargento Robert Hayward hacía su ronda de la madrugada del sábado 16 de agosto. Vio un Wolkswagen marrón claro que pasaba a su lado y encendió las luces largas para ver mejor la patente pero en ese instante el conductor aceleró. Hayward lo persiguió hasta obligarlo a detenerse. La licencia y el registro estaban a nombre de Theodore Robert Bundy. Llegó otro patrullero con dos policías. En el coche de Bundy, vieron que faltaba el asiento del acompañante. Hallaron una palanca, un pasamontañas, cuerdas, esposas, alambre y un picahielo. Le dijeron que estaba arrestado por sospecha de robo.
Los policías tenían abierto el caso de Carol DaRonch y sabían que la chica había sido esposada y trasladada en un Wolkswagen como el del sospechoso. Tenían el auto. Tenían las esposas, que resultaron ser de la misma marca que había usado el atacante de Carol. Había algo más: la palanca que estaba en el coche de Bundy era similar a la que se había usado para amenazar a Carol. Con estos elementos, Ted Bundy fue a juicio por el intento de secuestro de Carol DeRonch.
El 30 de junio de 1976, Bundy fue condenado a la pena de 15 años de cárcel con posibilidad de libertad condicional. Mientras estuvo en la cárcel estatal de Utah, la Policía aprovechó para probar que estaba relacionado con las desapariciones y los asesinatos de Karyn Campbell y Melissa Smith. Descubrieron que había cabellos de las dos chicas en su Wolkswagen. La Policía de Colorado acusó a Ted del homicidio de Karyn Campbell e hicieron un segundo juicio. Bundy no quiso abogado y se defendió a sí mismo.
El juicio estaba programado para el 14 de noviembre de 1977. Pidió permiso para preparar su caso en la biblioteca del juzgado de Aspen y le fue concedido. Cuando fue a la biblioteca, simplemente saltó por la ventana, al caer se lastimó el tobillo pero pudo caminar e irse sin correr. Ted se quedó en Aspen, tranquilo. Iba robando comida de las cabañas y campings y dormía en las que estaban abandonadas, pero su meta era conseguir un automóvil para eludir los controles y encontró uno con las llaves puestas. Era un Cadillac destartalado.
Ted Bundy se convirtió en Chris Hagen
Para mediados de enero de 1978, Bundy usaba el nombre de Chris Hagen y había alquilado un departamento en la ciudad de Tallahassee, en Florida. Era uno de los cuartos de la residencia para estudiantes de la fraternidad Chi Omega de la Universidad Estatal de Florida. El domingo 15 de enero, a las tres de la mañana, Nita Neary se despidió de su novio. Al llegar a la puerta del edificio de la fraternidad, vio que estaba abierta. Al entrar, escuchó ruidos, como si estuvieran corriendo en las habitaciones superiores y luego pasos en la escalera cada vez más cercanos. Las luces estaban encendidas, lo que no era habitual, y las apagó. Se escondió detrás de una puerta que dejó entreabierta y vio a un hombre que salía a paso apresurado con una gorra que le cubría los ojos y que llevaba un tronco en una de sus manos. Salió de la casa por la entrada principal.
Lo primero que pensó la chica fue que ese tipo era un ladrón y subió rápidamente para ir a despertar a su compañera de cuarto Nancy. Le contó lo que había pasado y las dos decidieron ir a despertar a la directora de la residencia. Salieron pero no llegaron hasta lo de la directora porque de golpe se abrió una puerta y salió al pasillo una joven vacilante y agarrándose la cabeza. Parecía un fantasma. Era Karen Chandler. Nita y Nancy se quedaron petrificadas. Vieron que tenía un pegote en el cabello que era sangre, que comenzaba a caer. La llevaron hacia su habitación y encontraron a su compañera de cuarto, Khaty Kleiner Ruby, en la cama desmayada con la cara y la cabeza ensangrentadas. Mientras Nancy se quedó con ellas, llorando sin poder controlarse, Nita fue a buscar a la directora.
A Karen y a Kathy, les habían abierto la cabeza a golpes y a una de ellas, además, quebrado la mandíbula. Cuando llegó la Policía, inspeccionaron el lugar y se encontraron con otras dos muchachas que habían sido asesinada en sus camas. Es decir que el criminal atacó a cuatro chicas, dos sobrevivieron y otras dos no. Lisa Levy fue la primera que los agentes encontraron muerta. Había sido golpeada en la cabeza con un tronco, violada y estrangulada. Tenía fuertes mordeduras en las nalgas. Por su parte, la autopsia de su compañera, Margaret Bowman, reveló que sufrió lesiones fatales parecidas a las de su amiga. Aunque no había sido violada tenía igualmente marcas de mordeduras. Había sido estrangulada con unas medias. Y recibió golpes en la cabeza tan severos que le astillaron el cráneo.
Una hora y media después del ataque a las chicas de la residencia, a unas seis manzanas de allí, Debbie Cuarelli escuchó ruidos fuertes, golpes, que venían de la habitación de al lado, ocupada por Cheryl Thomas, una estudiante de baile clásico. La escuhó llorar. Debbie llamó por teléfono a Cheryl. Mientras el teléfono sonaba, se oyó un fuerte golpe y pasos de alguien que iba corriendo. Cheryl Thomas estaba inconsciente y las sábana manchadas con sangre. Ante el aviso, la Policía llegó desde la residencia Chi Omega. Cheryl sobrevivió.
Nadie estaba pensando en Ted Bundy
Ted seguía con su vida. Vagando, entonces, aquí y allá, se convirtió en un experto ladrón de bolsos femeninos, aunque jamás perdió su preferencia por el robo de autos. Levantó uno en un estacionamiento, una furgoneta blanca, y se fue a Jacksonville. Bundy tenía para entonces pinta de sucio, mal entrazado, como abandonado. Se había hospedado en el Holliday Inn registrándose con el nombre falso de Chris Hagen, y se fue sin pagar. Dio algunas vueltas con la furgoneta hasta que llegó al condado Lake City. Kimberley Dianne Leach tenía 12 años y había sido elegida primera finalista de la Reina de San Valentín en su secundaria. Había comenzado su clase de gimnasia cuando se dio cuenta que había olvidado su bolso de deportes en otra dependencia. Pidió permiso para ir a buscarla y ya no volvió Llamaron a su mamá. Era el 9 de febrero de 1978.
A la noche, Bundy robó un automóvil de su marca preferida, un Wolkswsgen naranja. Seis días después el policía David Lee vio un Wolkswagen conducido de manera errante. Cuando pasó el número de patente le dijeron que era robado. Lee lo detuvo.
Bundy llevaba dos meses preso cuando un policía de carreteras fue a inspeccionar un viejo galpón cerca del parque Suwannee River State, y vio un pie calzado con una zapatilla. Sin proponérselo encontró el cuerpo desnudo y muy deteriorado de la nena Kimberley Leach, con heridas profundas en la región pélvica lo que hacía deducir que sufrió un ataque sexual. La habían estrangulado. Nadie dudaba que había sido Bundy.
Theodore Robert Bundy fue enjuiciado primero por los asesinatos de Lisa Levy y Margaret Bowman en la casa de estudiantes Chi Omega y las lesiones contra Kathy Kleiner Rubi, Karen Chandler y Cheryl Thomas. Este juicio se fijó para el 25 de junio de 1979. El segundo juicio se realizaría en enero de 1980 en Orlando, Florida, por el crimen de Kimberly Leach.
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Ted Bundy, a esta altura, decidió confesar algunos de sus crímenes, los conocidos y los desconocidos. Fue sentenciado a muerte y, apelaciones mediante, su ejecución se cumpliría el 24 de enero de 1989. Fuera de los muros de la prisión, había cientos de espectadores y decenas de periodistas esperando la noticia de su muerte. La noche anterior, varias radios locales pidieron a sus oyentes que minutos antes de las 07.15 del 24 de enero, hora de cumplimiento de la pena, apagasen todas las luces para contribuir y darle más fuerza al sistema eléctrico del penal.
El asesino fue declarado oficialmente muerto a las 07.16. El público en la calle gritó de alegría y hubo fuegos artificiales que iluminaron el cielo. Un coche fúnebre blanco salió con el cadáver de Bundy. Los restos fueron cremados y las cenizas esparcidas en el área de las montañas Cascade del estado de Washington. Ted Bundy tenía 42 años.