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Resistencia
14 septiembre, 2025

Hablar del suicidio resulta un alivio para quienes atraviesan crisis

En el marco del mes de concienciación sobre la problemática del suicidio, el licenciado Guido Ojeda, integrante de la Dirección de Salud Mental del Chaco, analizó la situación actual y destacó la urgencia de fortalecer las políticas públicas para prevenir un fenómeno que afectó de manera directa a los jóvenes y sus familias.
En diálogo con Radio Natagalá recordó que «el suicidio fue la segunda causa de muerte en jóvenes de 15 a 25 años en el mundo» y alertó que en la Argentina se registraron alrededor de 1.000 casos anuales, en tanto que en el planeta la cifra ascendió a un millón de muertes cada año.
«Evidentemente resultó necesario establecer políticas públicas en torno a la promoción, la prevención y, sobre todo, al abordaje comunitario de esta problemática», afirmó el especialista, quien además desarrolla tareas en Puerto Tirol y en la Dirección de Capital Humano de la provincia.

Un diagnóstico alarmante
Ojeda remarcó que las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirmaron la magnitud del problema. «El informe de la semana pasada reveló que tres de cada diez personas tuvieron problemas de salud mental. Ese dato llevó a la OMS a reclamar que los gobiernos aumenten la inversión en el área», señaló.
En la Argentina, recordó, la Ley Nacional de Salud Mental 26.657, sancionada en 2010, estableció que el 10% del presupuesto total de salud debía destinarse a políticas específicas en la materia. «Eso nunca se logró en las diferentes gestiones desde 2010. Hubo avances en los últimos años, pero siempre faltaron inversiones en términos de infraestructura, recursos humanos y políticas públicas», sostuvo.
El licenciado insistió en que la salud mental fue históricamente relegada dentro de las prioridades sanitarias. «La propuesta de la ley fue clara: la salud mental no debía limitarse al ámbito médico, sino articularse de manera intersectorial y con participación comunitaria, a través de redes de apoyo para las personas que atraviesan padecimientos», explicó.

consumos problemáticos
Una de las asociaciones frecuentes en el debate público fue la vinculación del suicidio con los consumos problemáticos.
Asimismo, Ojeda aclaró que se trata de un tema complejo. «Cuando hablamos de suicidio y de consumos problemáticos, hablamos de salud mental. Son dos problemáticas inherentes al mismo campo. Ahora, asociarlos de manera directa no siempre resultó correcto», advirtió.
Explicó que muchas personas con consumos problemáticos atraviesan momentos de riesgo y eso podía generar ideas o intentos de quitarse la vida. «Pero no todas las personas que consumen tienen esa intención. Así como tampoco todas las personas que intentan suicidarse son consumidoras. Ningún absoluto es bueno.
Hay personas que consumen y no se quieren quitar la vida, y hay personas que tuvieron intentos de suicidio y no consumen. Es parecido a cuando se asocia consumo con criminalidad: es una generalización injusta», reflexionó.
También cuestionó el mito de que todas las personas que se suicidaron padecían depresión. «La depresión es un diagnóstico de salud mental, pero no necesariamente conduce siempre al suicidio, ni todas las personas que se suicidaron fueron depresivas», precisó.

Cómo funcionan los equipos
El especialista describió el proceso que se activaba cuando una persona atravesaba una urgencia subjetiva en salud mental. «El lugar adecuado para ir es el servicio de salud mental del hospital Perrando, que atiende urgencias y emergencias. Posteriormente a la evaluación inicial y a una estrategia de intervención, el tratamiento podía continuarse en el centro de salud más cercano al domicilio», detalló.
Sobre la conformación de los equipos, explicó que el abordaje fue siempre interdisciplinario. «Un equipo ideal incluye un psiquiatra, un psicólogo, un trabajador social y un enfermero. Esa modalidad permite un enfoque integral, porque la complejidad de las problemáticas de salud mental lo exige», afirmó.
Ojeda señaló que en muchos centros de salud de la provincia ya existen equipos de este tipo, aunque la falta de psiquiatras es un déficit recurrente. «Por eso resulta fundamental fortalecer los recursos humanos especializados», agregó.
También explicó que, ante una urgencia, la primera evaluación consiste en descartar un compromiso orgánico. «Ese paso justifica que los servicios de salud mental estuvieran en hospitales generales y no en instituciones monovalentes, que históricamente encerraban a los pacientes de por vida. En el Chaco, por suerte, nunca existieron instituciones públicas de ese tipo», subrayó.

Señales de alerta y mitos a derribar
Consultado sobre las señales a las que deben prestar atención las familias y los entornos cercanos, Ojeda enumeró: «La tristeza prolongada, el aislamiento, el llanto constante y el pensamiento catastrófico son algunas manifestaciones que alertaron sobre la posibilidad de un intento de suicidio».
Además, desmintió un mito muy extendido: el de que hablar sobre suicidio con una persona en crisis podía inducirla al acto. «Eso es falso. Está comprobado que conversar sobre el tema con alguien que pensó en quitarse la vida no solo no resultó contraproducente, sino que funcionó como un alivio y un factor de fortaleza. Lo que ayudó fue escuchar sin juzgar», afirmó.
Por otro lado, Ojeda aclaró que muchos intentos no son premeditados, sino impulsivos. «En esos casos, la persona no mide un juicio ni un pensamiento elaborado, sino que actúa de manera inmediata ante una crisis.
Evaluar el proyecto de vida a futuro es una herramienta clave para los equipos: una persona con idea fija y constante de quitarse la vida difícilmente pudo pensar en proyectos», señaló.

El impacto de las redes sociales
El licenciado se refirió al rol de las redes sociales en la salud mental de adolescentes y jóvenes. «Se trató de un gran tema que no estuvo tan desarrollado, pero que empezó a visibilizarse.
En el campo de los consumos problemáticos se denominó ‘consumos comportamentales’, es decir, adicciones sin sustancias, como el juego patológico o la dependencia a la tecnología», explicó.
El fenómeno, agregó, produjo un fuerte impacto en la construcción de la imagen corporal y la autoestima. «Los adolescentes vieron en las redes sociales cuerpos estereotipados a los que no pudieron acceder. Además, comenzaron a construir una identidad digital distinta de la real. Eso generó una disociación peligrosa: se vieron diferentes en la pantalla y no reconocieron esa imagen en el espejo», describió.
Para Ojeda ese contraste provocó daños profundos en el psiquismo juvenil. «Fue necesario abrir espacios de diálogo y de escucha, porque las redes sociales marcaron la vida de los jóvenes y aumentaron la frustración, en un contexto donde la comparación constante se volvió inevitable», sostuvo.

Recomendaciones para los medios
En otro punto, Ojeda pidió a los comunicadores que asumieran un rol responsable. «En principio, fue importante no detallar cómo se produjo un suicidio, para evitar la reproducción morbosa. También se debió preservar la identidad de las personas y comunicar de manera preventiva», indicó.
Además, destacó que los medios, las escuelas y las organizaciones sociales deben involucrarse. «El abordaje necesariamente incluye a otros actores. E fundamental generar espacios de cuidado y diálogo sin estigmatizar ni juzgar», afirmó.

Redes de contención
El licenciado recordó que la provincia cuenta con un servicio de Guardia Remota en Salud Mental, disponible las 24 horas. «Funciona con dos números de teléfono: uno atiende de 8 a 20 (3624-618432) y otro de 20 a 8 (3624-814825). Allí responden profesionales especializados», precisó.
Ese dispositivo se complementa con los servicios comunitarios y los hospitales generales. «Con lo que se tiene, se intenta armar redes y constituir modalidades de abordaje accesibles. La idea es garantizar que cualquier persona, desde cualquier lugar, pudiera acceder a un profesional», destacó.

diagnóstico frecuente
Ojeda describió la depresión como «la pérdida de voluntad y la incapacidad de realizar actividades que antes resultaban placenteras, con un retraimiento hacia uno mismo y una tristeza profunda».
Aclaró que no todo estado de tristeza constituye una patología. «Todos tuvimos días malos. El problema aparece cuando esa situación se sostiene en el tiempo. Allí es necesario intervenir», explicó.
El especialista también se refirió al prejuicio hacia la salud mental. «En pueblos más chicos escuchamos todavía frases como ‘si voy al psicólogo van a decir que estoy loco’. Por eso resulta clave generar confianza, escuchar y acercar a la persona al sistema de salud», indicó.

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