El nuevo ministro de Salud, Mario Lugones, asumirá en lugar de Mario Russo, que dejó el cargo por “motivos personales”, pero por detrás se narra una interna que estaría vinculada a decisiones del ahora ex funcionario sobre miembros de su equipo que respondían a Santiago Caputo y que generaron fuertes tensiones.
Lugones es la persona que, según muchos actores vinculados a la salud pública, movía en las sombras los hilos del Ministerio de Salud, por lo que ahora pasaría a ocupar el lugar que en parte habría estado ejerciendo sin la formalidad del cargo. Hay dos hechos puntuales que en el último tiempo llamaron la atención de los observadores de este proceso.
Son hechos que parecen imbuir de poderes de “vidente” al ahora ministro, al haber tomado determinadas decisiones clave con antelación, como si hubiera sabido siempre antes lo que iba a suceder en el Gobierno, aún cuando no formaba parte del mismo.
El último de estos episodios ocurrió, según fuentes a las que accedió Clarín, entre fines de agosto y comienzos de septiembre. Lugones renunció a la Fundación Sanatorio Güemes y fue despedido en el marco del acto de egreso e ingreso de nuevo médicos a las especialidades. ¿Ya estaba preparando el terreno para asumir como ministro?
Nada parecía hacer suponer que Russo renunciaría. En los últimos días se había mostrado tal vez más activo que nunca, incluso defendiendo la gestión del presidente Javier Milei en presentaciones públicas. Todo indica que los hechos se precipitaron en las últimas horas, aunque es claro que el ahora nuevo ministro de Salud ya estaba habilitado para salir a la cancha.
Una de las últimas apariciones públicas del ministro Russo, en un congreso de salud.Es claro que en las sombras Lugones podía seguir ejerciendo su rol en la industria de la salud, pero ya siendo funcionario seguir con esas mismas atribuciones en el sector privado lo ubicaba de ambos lados del mostrador y los roles se volverían cuestionables por su incompatibilidad.
Justamente vinculado al rol informal que ocupaba dentro de la gestión nacional de Salud es que actores del mercado de las prepagas le atribuyen haber contado en su momento con información privilegiada para tomar decisiones y anticiparse sobre otros empresarios del sector.
El cuestionamiento puntual está vinculado a una carta que la prepaga Hominis, del Sanatorio Güemes, le mandó a sus afiliados el 10 de abril de este año, para informarles que quedaba anulado el último aumento informado que iba a regir para el mes de mayo, con un ajuste del 13 por ciento.
Hominis había aumentado desde enero sus precios como el resto de las prepagas, con valores que en enero promediaron en todos los casos entre el 39 y el 40 por ciento. La seguidilla de incrementos provocó una ola de amparos judiciales y el Gobierno acusó recibo del malhumor social en las encuestas.
El Sanatorio Güemes, al que Lugones renunció formalmente en las últimas semanas. Foto: Fernando de la OrdenLa carta en cuestión, cuando todavía ninguna otra prepaga había puesto el freno de mano, comunicaba: «Queremos informarles que queda suspendido el aumento de cuota para el mes de mayo 2024. Esto significa que la nota aumento enviada el 27 de marzo pasado notificando el incremento del 13 por ciento queda anulada, por tal motivo continuarán vigentes hasta nuevo aviso los valores de cuota facturados este mes de abril 2024″.
El 17 de abril, una semana después de la carta que envió Hominis a sus afiliados, la Secretaría de Industria y Comercio dio inicio a la investigación por «cartelización» y ordenó a las empresas retrotraer sus precios a diciembre para ajustarlos desde entonces por inflación.
A esto se suma un dato extra, y es que el hijo de Mario Lugones sería socio de Santiago Caputo en la consultora que realiza los focus group que, aseguran en el ambiente de las prepagas, son los que habrían indicado al Gobierno que algo debían cambiar en la política de liberación de precios de las cuotas. El resto es historia conocida.
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