Cuando a fines de agosto un sector de la política daba por hecho que los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla para integrar la Corte Suprema de la Nación pasarían el filtro de la comisión de Acuerdos del Senado, antes de debatirse en el recinto, un rayo político congeló la maniobra. Como contó Clarín entonces, fue Cristina Kirchner quien bajó la orden de «esperar», con la idea de encarar una negociación más ambiciosa que incluyera, entre otras cosas, la ampliación del Máximo Tribunal.
A tres semanas de aquella maniobra, empieza a aclararse el fondo del movimiento de la ex presidenta. Condenada a seis años de prisión por la llamada causa Vialidad, que investigó un mega plan de corrupción a través de la obra pública, Cristina sabe que más temprano que tarde será la Corte la que tendrá la palabra final sobre su sentencia. Y teme que la confirmen.
Ese miedo de la ex mandataria a terminar detenida es también lo que explica el reciente intento de correr a unos de los camaristas de Casación que debe revisar la condena. Se trata de Gustavo Hornos, acusado de violencia de género. Pero el pedido de apartamiento fue rechazado. Mala noticia para Cristina.
La decisión de Casación será el paso previo a una eventual revisión de la Corte. Hay dudas sobre qué puede pasar en este punto intermedio. Se especula con que Hornos, como mínimo, confirmaría la condena contra la ex presidenta. De ahí el intento de apartarlo.
Cristina también fracasó, a principio de año, en su intento por correr a otro integrante de esa sala de Casación, Diego Barroetaveña. Se descuenta que tampoco confía (o no confiaba) en una decisión favorable de este juez.
Barroetaveña quedó bajo la lupa de todo el ámbito judicial cuando este año benefició al empresario Angelo Calcaterra (primo de Mauricio Macri) en otra causa de mega corrupción: los Cuadernos de las Coimas. ¿Cómo quedaría ante la opinión pública si ahora ayudara a Cristina? ¿Es posible incluso que haya marcha atrás con el fallo sobre Calcaterra?
El tercero en discordia en la sala de Casación que debe revisar Vialidad es Mariano Borinsky. Resulta un caso particular, porque si bien en su momento fue muy apuntado por el kirchnerismo por su trato asiduo con Macri, ahora la expectativa es otra. Como Borinsky quiere ser procurador general de la Nación y necesitaría los votos de Unión por la Patria para lograrlo, cerca de la ex mandataria especulan con algún tipo de negociación. La división de poderes, bien gracias.
La aspiración de mínima del kirchnerismo es que los camaristas reduzcan la condena (¿a 4 años?). Pero igual el caso llegaría a la Corte, muy probablemente apelado por la defensa de Cristina. En caso de no hacerlo, la sentencia quedaría firme y Casación podría solicitar su detención ahí mismo. Impensable que ocurra.
Los números en la Corte
Con la actual conformación de la Corte, el futuro de Cristina es sombrío. También por orden suya, el kirchnerismo le inició juicio al Máximo Tribunal, con la mira en tres de los cuatro integrantes: el presidente Horacio Rosatti y los miembros Carlos Rosenkrantz y Juan Carlos Maqueda.
Apartado quedó Ricardo Lorenzetti, el otro cortesano, que incluso aportó información para perjudicar a varios de sus pares en el juicio político. El ex titular de la Corte se mueve hoy en soledad. Buscó revancha, pero volvió a perder. Sus compañeros de palacio lo consideraron una traición.
Con este reparto de 3 a 1, se entiende la preocupación de Cristina por modificar el tribunal. Y a priori, no le alcanzaría con los ingresos de Lijo (para ocupar el quinto lugar que dejó vacante Elena Highton de Nolasco) y García-Mansilla (por la salida de Maqueda, antes de fin de año, cuando cumple 75 años).
El kirchnerismo anota a su favor eventuales votos de Lijo y Lorenzetti, pero teme por el resto. Por eso, impulsa una ampliación a nueve miembros, como en la época menemista, buscando su propia mayoría automática. Dos de los cuatro nuevos, siempre en la hipótesis K, deberían responder a Cristina. Los otros se repartirían entre el PRO y la UCR.
Tanta incertidumbre inquieta a Lijo, que intenta romper la premisa libertaria de «dos o ninguno», en referencia a que Javier Milei sólo aceptaría el ingreso de ambos, incluido García-Mansilla. El juez, con mucha influencia en Comodoro Py, inició su propia campaña puerta a puerta para convencer a los senadores. Por ahora, no logró sortear la prueba de la comisión ni el stop que puso Cristina.
Mientras se debate el futuro, el presente también acapara la atención. Antes del 1 de octubre, la Corte debe confirmar quién será su presidente. Por el reparto de votos, la alternativas se concentran en dos variantes: que siga Rosatti o que vuelva Rosenkrantz a ese lugar.