-Por primera vez en muchos años se encuentra alejado de la política nacional y partidaria. ¿Cómo se ve la coyuntura desde afuera, en esta especie de impasse?
-Es cierto, no tengo ningún tipo de responsabilidad política, partidaria o institucional. El tiempo, los años y la experiencia me permiten hacer un análisis fundado de lo que veo. En el mundo votaron o votarán 70 países este año, es decir, la mitad de la población mundial va a estar tomando decisiones. Pero eso no quiere decir que haya un fortalecimiento democrático, sino que vivimos una etapa de recesión democrática, donde hay una suerte de cuestionamiento extendido al funcionamiento institucional conocido como la democracia liberal. Eso para mí es un problema, tanto en la región, en América Latina, como en la Argentina y también en otros países desarrollados del mundo.
-El 10 de septiembre se cumplieron nueves meses de gobierno de Javier Milei. ¿Es lo que esperaba ver a esta altura, o le sorprende el rumbo de la gestión?
-Milei fue una sorpresa en la política argentina, el resultado de varias claves. La primera fue el clima de época global del cual hablamos, la segunda fue el desastre de cuatro gobiernos del peronismo y la tercera, las equivocaciones de la coalición Cambiemos. Milei expresó, o canalizó, la insatisfacción social, la angustia y el deseo de cambio. La pregunta es si lo que él encarna y plantea es una solución para los problemas argentinos. Mi respuesta es «No», porque está demostrado que en América Latina los países que progresan son aquellos que tienen calidad institucional. Actualmente, hay tres países que tienen democracia plena: Uruguay, Chile y Costa Rica. Redujeron la pobreza, hicieron una buena gestión de la pandemia y tuvieron menores indices de corrupción relativos. Uno de los principales problemas es la calidad de las instituciones. El presidente Milei subestima, cuando no desprecia, la dimensión institucional.
-¿Espera un cambio de postura en algún momento del Gobierno en ese sentido?
-Un destacadísimo jurista argentino llamado Caros Nino escribió «Un país al margen de la ley», donde desarrollaba la idea de la anomia social, que es lo que distingue a la Argentina. El no respeto a las reglas, la búsqueda permanente del atajo, lo llamaba a eso anomia boba. Y ponía como ejemplo la idea de cruzar la 9 de Julio sin semáforos. Si se hiciera, se produciría una anarquía, en la que cualquiera haría cualquier cosa, o una dictadura, en la que el camión y el colectivo le pasarían por arriba al resto de los autos. Si hay un problema se puede negar la existencia o tener un mal diagnóstico. No resolver la debilidad institucional, entonces, significa que hay un problema que necesita una solución.
-¿El veto de Milei a una nueva ley jubilatoria o ante la ley de financiamiento universitario es un mecanismo que se va a seguir repitiendo?
-Una manera de caracterizar al gobierno de Milei es definirlo como «autocracia de mercado». Él cree que por sí sólo está en condiciones de gobernar la Argentina, sin Congreso y sin justicia independiente. Afirma que el Estado es una asociación criminal y que el artículo 14 bis de la Constitución Nacional es el cáncer de la Argentina. Eso te muestra una manera de pararse frente a la realidad, frente a los problemas de la Argentina. Despues está el estilo, el talante. Milei habla de las ratas en el Congreso. No es la primera vez que se animaliza a los opositores. Todos los autoritarismos lo han hecho: en la Revolución Rusa hablaban de «los insectos», en la Revolución Cubana de «los gusanos», el peronismo hablaba de «los gorilas», Maduro habla de «los escuálidos» y ahora Milei habla de «las ratas». Es una manera irrespetuosa y peligrosa de relacionarse con los ciudadanos.
-¿Y se puede gobernar sin Congreso, entonces?
-No se puede. Y no se debe. El orden político que hace posible la convivencia pacífica y el progreso es el que reúne tres pilares: democracia, derechos y república. Si vos no tenés esos tres pilares vigentes está en riesgo esa convivencia pacifica y no está asegurado ni el progreso social ni la realización individual.
-Aun situándose en las antípodas desde lo ideológico. ¿Ve alguna coincidencia en la forma de gestionar entre Milei y el kirchnerismo?
-El voto a Milei en la PASO responde a la misma base electoral del PJ en los grandes aglomerados urbanos: jóvenes y personas de nivel económico social bajo. Y el Presidente, como Perón, quiere convertir un partido político desde el Estado, pero no tiene ese talante liberal contemporáneo que necesita la Argentina. Milei viene gobernando como Alberto Fernández. Sin presupuesto y a través de DNU. Podría decirse que se trata de un kirchnerismo recargado, pero de derecha.
Entrevista con Jesús Rodríguez. Foto: Ariel Grinberg.-¿Cómo se ubica el radicalismo en este contexto político?
-El radicalismo ha recorrido tres siglos de vida de Argentina. Tiene más de 130 años de vigencia, sufrió subidas y bajadas y muchas veces se pronosticó su defunción. Eso no va a suceder por una razón básica, que es que hay en la sociedad argentina vastos sectores sociales que creen en la democracia, que reivindican los derechos humanos y que valoran como imprescindible el reordenamiento republicano. La UCR tiene un papel decisivo a jugar en ese sentido. Escuché a algunos opinadores decir que el radicalismo debe pensar en un radical de fuste como Alem. Fue él quien dijo en el discurso inaugural «no hay buenas finanzas publicas sin buena política». Eso, adaptado a la Argentina, quiere decir Constitución.
-Martín Lousteau es el presidente de la UCR y parece tender ciertos puentes con el kirchnerismo. ¿Qué opina?
-Hay sin dudas un déficit de institucionalidad, de conducción del radicalismo. De ese déficit la principal responsabilidad es de los que conducen. Para que la UCR esté en condiciones de representar sus reclamos históricos tiene que recuperar su práctica deliberativa e institucional. Hace falta que todos sus dirigentes no se crean más importantes que los 130 y pico de años de radicalismo. El radicalismo construyó de manera decisiva una alternancia que después se frustró con el gobierno de Cambiemos. Y fue posible esa decisión por una construcción colectiva, no por la decisión de un dirigente. En democracia los partidos son insustituibles. Es inimaginable la democracia sin partidos políticos.
-¿Qué diría Raúl Alfonsín si viera a cinco dirigentes radicales negociando un acuerdo legislativo con un gobierno como el de Javier Milei, como sucedió la semana pasada?
-Se hubiera sentido muy incómodo, en un momento muy ingrato de su vida política. Pero miraría al futuro y se fijaría cómo fortalecer la institucionalidad de la UCR.
-¿Hay espacio para tener un buen diálogo con el Gobierno desde la UCR?
-El radicalismo tiene que ser un partido opositor porque para eso lo votaron, y porque votaron a otro para gobernar. Tiene que ser un partido reformista porque no es posible pensar y resolver los desafíos de Argentina con recetas del pasado. Tiene que producir en la Argentina reformas estructurales profundas, alejadas de la necrofilia ideológica del kirchnerismo, y tiene que tener lealtad democrática. Ese es el papel que tiene que jugar en el Congreso, en las legislaturas provinciales y en las gobernaciones.
-¿Está satisfecho con cómo se gestiona en las cinco provincias que gobierna la UCR?
-La impronta radical se registra en esos cinco gobiernos radicales. Tienen prudencia fiscal extrema y austeridad republicana. Al mismo tiempo, estamos viviendo en una Argentina donde el federalismo está ausente, por lo que comenté de la autocracia de mercado que representa el Gobierno. Esa dificultad institucional es un problema adicional. Pullaro, Cornejo, Valdés, Sadir y Zdero son grandes gobernadores de sus provincias. Como ciudadano radical, me gustaría que concertaran más su acción política nacional con los bloques legislativos, que hicieran un ejercicio en contribuir a la cohesión radical.
-¿Qué papel juega el PRO dentro de la oposición?
-La novedad de Milei produjo una reconfiguración del sistema político, incluso en las propias fuerzas que llevaron a Milei al Gobierno. En el PRO su ex presidenta, Patricia Bullrich, está formando parte del Gobierno. En el radicalismo también se sintió ese impacto. Hay un proceso de reconfiguración.
-¿Y Mauricio Macri?
-Me cuesta hablar de otra fuerza política, pero creo que puede contribuir a ese objetivo de que el presidente Milei no se desbarranque institucionalmente.
Entrevista con Jesús Rodríguez. Foto: Ariel Grinberg.-¿Cristina Kirchner también puede contribuir?
-No lo sé, en todo caso el PJ tendrá que procesar también este nuevo escenario. Hay muchos funcionarios de la anterior administración que siguen en funciones y hay conocidos vasos comunicantes entre sectores del justicialismo y el Gobierno. Hay que esperar que decante esa situación.
-¿Es un riesgo que un experimento electoral tan exitoso como el de Milei derive en algo todavía más disruptivo en el futuro?
-Tiendo a pensar que la bronca que hizo que Milei sea presidente se transformará en esperanza para construir una sociedad mejor.
-¿Qué opina de la vicepresidenta Victoria Villarruel?
-No la conozco personalmente, no tengo puntos de contacto con su ideología, pero me parece que conduce el Senado respetando a todos los senadores y eso es importante.
-¿Cree que es real la interna que tiene con Javier Milei?
-Parecen complementarios de un pensamiento populista y neoliberal.
-¿Cuánto ruido le hizo la foto que se sacaron legisladores libertadores con militares condenados por delitos de lesa humanidad como Alfredo Astiz?
-Lo que puedo decir al respecto es que una de las circunstancias que son motivo de orgullo argentino y de respeto internacional es haber juzgado a los responsables del terrorismo de estado y a los jerarcas de las organizaciones guerrilleras. Eso es algo que está internalizado en la sociedad argentina.
-¿Le preocupa lo económico? ¿O el Gobierno encontró respuestas a la macro?
-El Gobierno enfrenta dificultades para bajar la tasa de inflación, para perforar el piso del 4% mensual. Mi preocupación es cómo la Argentina adquiere un perfil productivo, competitivo internacionalmente y con cohesión social. Hace falta un tipo de cambio rentable. Por otro lado, no se conoce bien cuál es la política económica del Gobierno. Por eso hablamos de secretismo, de falta de presupuesto. Ojalá que a partir de la semana que viene esa información esté disponible para saber qué va a pasar con los haberes previsionales, con los salarios del sector público y con la relación con las provincias.
-¿Lo que pase en la elección en Estados Unidos puede ser determinante para Argentina?
-Sin dudas. La elección de Estados Unidos es tan importante para el resto del mundo como para los propios norteamericanos. Siempre, pero particularmente ahora. Según lo que pase, habrá impacto en el devenir de la invasión rusa a Ucrania, en las relaciones de Europa y Estados Unidos y también en la relación con América Latina.
Su rechazo a la postulación de Lijo a la Corte y la preocupación por una «epidemia social» que crece
A Jesús Rodríguez lo inscribieron casi 20 días más tarde después de su nacimiento, un 28 de mayo de 1955, en Quilmes. La fecha que figura en todos los registros es el 16 de junio de ese año, justo el mismo día que la denominada Revolución Libertadora bombardeó la Plaza de Mayo y causó 364 muertos y miles de heridos. Pero no, como sucedía en la época, fue anotado de manera tardía y la coincidencia no es tal.
Durante la entrevista toma dos cafés, un vaso de agua y utiliza pausas antes de responder, para no errar en el diagnóstico que quiere expresar. Su paso reciente por un organismo como la AGN le dejó una confirmación: «El ecosistema de control de Argentina está afectado por el desequilibrio institucional. Si no hay division de poderes, sin un Congreso funcionando, activo y con calidad institucional, no vamos a tener buenos dispositivos de control».
Esa baja calidad institucional, agrega, también afecta a la Justicia. Y en esa línea, es contundente su cuestionamiento frente a la postulación de Ariel Lijo para la Corte Suprema. «No hay razones legítimas para acompañar la propuesta de Milei para la Corte. Esa propuesta es inconstitucional y no reconoce los criterios de idoneidad, ejemplaridad y de paridad que son necesarios», sostiene, sin dar nombres, pero deslizando también que la Constitución obliga a respetar el cupo de género y que debería haberse incluido a una mujer entre las nominaciones al máximo tribunal.
A Rodríguez le resulta «inédito y triste» que el ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona haya reconocido que detrás de la candidatura de Lijo hay un interés de otros miembros de la Corte, como Ricardo Lorenzetti. «La independencia de la Justicia es absolutamente imprescindible, es la ultima garantía que tenemos los ciudadanos para garantizar nuestros derechos. No es un chiste, ni una anécdota», dice.
Por estas horas, este hincha de San Lorenzo que se ilusiona con la llegada del vasco Iker Munian al club de sus amores, celebra la aprobación de la Boleta Única en el Congreso. «Es una gran noticia, porque termina con la manipulacion y con los riesgos de malas artes y malas prácticas en el escrutinio», asegura, reconociendo que el Gobierno habilitó el trámite pero, a la vez, comentando que «el principal responsable de la sanción de esa ley fue un correligionario suyo como Maximiliano Abad.
Hay un tema que le preocupa a Rodríguez más que ningún otro, porque cree que está invisibilizado de la agenda nacional. Se trata del juego, problemática que define como una «epidemia social». «Estoy muy preocupado, es un tema complejo, en el que el Gobierno no tiene responsabilidad, pero, a la vez, no hace nada para resolverlo», comenta.
«Me resulta inconcebible que en Argentina esté prohibida la publicidad de los cigarrillos y a la vez estemos inundados de publicidad de juego online. Es una vergüenza total que se patrocine en las camisetas de los equipos de fútbol, a través de periodistas, de influencers y de dirigentes politicos. O entendemos que este es un problema de la sociedad o no estamos mirando la película completa», declara, rotundo.
Itinerario
Entrevista con Jesús Rodríguez. Foto: Ariel Grinberg.Jesús Rodríguez tiene 69 años, es geminiano y padre de tres hijas. Cursó sus estudios secundarios en el colegio Carlos Pellegrini y en 1979 se recibió de Licenciado en Economía en la Universidad de Buenos Aires. Desde 1983, con el regreso de la democracia, se desempeñó en diferentes funciones de la política nacional y partidaria, como dirigente de la Unión Cívica Radical. En 1983, con sólo 28 años, asumió como diputado nacional, cargo en el que se mantuvo hasta 1991, con una breve interrupción entre mayo y julio de 1989, cuando fue ministro de Economía del gobierno de Raúl Alfonsín, en plena transición hacia la presidencia de Carlos Menem. Volvió a ser diputado entre 1993 y 1997 y de 1993 a 2003. De 2005 a 2007 fue presidente del Comité porteño de la UCR y de 2009 a 2011 fue secretario general del partido a nivel nacional. En 2016 fue nombrado como auditor general de la Nación por la UCR y a partir de 2020 asumió como presidente de la AGN, cargo en el que se mantuvo hasta diciembre de 2023.
Al toque
Un desafío: Mejorar mi interpretación del saxo tenor.
Un proyecto: Estudiar de manera sistemática la historia argentina del siglo XX.
Un sueño: San Lorenzo campeón.
Un placer: Cocinar para mis hijas y mis nietos
Un recuerdo de la infancia: Mi viejo llevándome a la cancha de San Lorenzo, de los tablones de madera, los jueves a la tarde a ver la Reserva.
Un libro: Patria, de Fernando Aramburu.
Una película: Sacco y Vanzetti.
Una serie: Breaking Bad.
Una comida: Arroz con mariscos, cocinado por mí.
Una bebida: Una copa de oporto después de cenar
Una sociedad que admire: La argentina de la movilidad social ascendente
Un líder: Raúl Alfonsín.
Un prócer: Manuel Belgrano.