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30 octubre, 2024

Acusado del peor delito, sacó un revólver 38 de entre sus genitales en una sede policial y se mató

El hombre estaba acusado del peor delito: el abuso sexual de su propia hija, de 13 años. Por eso, la Policía lo fue a buscar a su casa y se lo llevó detenido a la sede de la Dirección Departamental de Investigaciones (DDI) de Mar Chiquita, en Santa Clara del Mar, a 20 kilómetros de Mar del Plata. Nadie esperaba lo que iba a suceder allí: el colectivero sacó un revólver calibre 38 de entre sus genitales y se pegó un tiro en la cabeza. Murió en el acto.

El grave episodio, ocurrido el viernes pasado a la tarde, motivó que la Justicia ordenara una prueba de dermotest tanto al fallecido como a los cuatro agentes que lo custodiaban, además del secuestro de sus armas reglamentarias.

Las pericias, entre ellos la autopsia, comenzarán este lunes a las 9 y estarán a cargo de los profesionales de la Corte Suprema de Justicia.

La nena había conocido a su papá en enero de 2022. Como sufría abusos sexuales por parte de su padrastro, en marzo de ese año se fue a vivir con A.R. (sus datos no se difunden para preservar a su hija menor de edad) a su casa en Santa Clara del Mar.

También se mudó con ellos, aunque solo un tiempo, la hermana de la víctima, de 16 años, quien finalmente sería dejada en custodia con su abuela materna tras un pedido del hombre para que la cuidara alguien de su familia sanguínea.

Ambas habían contado en la escuela la situación de precariedad que estaban atravesando, ya que su mamá padecía permanentes problemas derivados del consumo de estupefacientes y la pareja abusaba de las chicas.

El colectivero que fue detenido por el abuso sexual de su hija y se pegó un tiro en una dependencia policial de Santa Clara del Mar.El colectivero que fue detenido por el abuso sexual de su hija y se pegó un tiro en una dependencia policial de Santa Clara del Mar.Con el correr de las semanas, arrancó otro calvario. De acuerdo a la denuncia, a la que accedió Clarín, A.R. cometía los ataques sexuales «principalmente de noche y otras veces al mediodía, siempre en el interior de la habitación del padre«. Primero empezó con manoseos y en diciembre de 2023 -añadió- la violó en reiteradas ocasiones sin utilizar preservativo.

Según relató la víctima en Cámara Gesell, si ella se negaba, su padre le pegaba. En una oportunidad la golpeó en la boca del estómago y otra vez con un cable.

También mencionó que su papá no la dejaba salir y que todo el tiempo la tenía encerrada en su hogar. Los abusos fueron corroborados mediante los estudios médicos ginecológicos. Ella aseguró que nunca había tenido relaciones sexuales y que no salía con nadie, aunque para el abogado defensor esto es mentira.

A.R. tenía cuatro hijos más, con otras dos parejas: un varón de 14 años que vive con su mamá en Sierra de los Padres y dos nenas (de 9 y 6) y un nene (de 8) que viven con su mamá en Barrio Félix U. Camet.

Eximición de prisión rechazada

La semana pasada, el abogado Cristian Moix, que había asumido la defensa del imputado, solicitó una pericia de ADN sobre la adolescente y, también, la eximición de prisión.

Sin embargo, el fiscal Ramiro Anchou y el Juzgado de Garantías N° 5 del Departamento Judicial Mar del Plata, a cargo de Gabriel Bombini, lo rechazaron y ordenaron su detención, que se concretó el viernes.

Según Moix, la Policía lo arrestó en su casa, delante de su madre. Lo cachearon y no encontraron nada entre sus ropas.

A.R. fue trasladado a Acapulco 10, sede de la Sub DDI de Mar Chiquita, frente a la comisaría, acusado de «abuso sexual triplemente agravado por ser cometido con acceso carnal, por su ascendiente y contra un menor de 18 años, aprovechando la situación de convivencia preexistente con el mismo, ello de manera continuada«.

Este miércoles, el imputado tenía prevista una audiencia en la Sala 3 de la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de Mar del Plata, a cargo del juez Pablo Poggetto, junto a su abogado, quien tenía previsto presentar pruebas de que la adolescente mantenía relaciones sexuales con un novio.

Ya en un cuarto de la dependencia policial, el hombre, que estaba esposado con las manos en la espalda, les dijo a los agentes: «Me duelen las manos, por favor pónganme las esposas con las manos hacia adelante«. Según argumentó, se había cortado un dedo en un accidente con una amoladora y eso le causaba molestias.

Los oficiales accedieron. No pasaron dos minutos que el detenido se metió las manos entre la ropa, en la zona de los genitales, de donde sacó un revólver y se disparó en la cabeza.

Este episodio motivó un nuevo expediente, caratulado por el momento «averiguación causales de muerte«. Los policías, además, afrontan una investigación de Asuntos Internos, debido a que habrían cometido una falta grave en el protocolo por no registrar como corresponde a un detenido.

A.R. era colectivero de la empresa 25 de Mayo desde hacía cuatro años. En su cuenta de Facebook, además, ofrecía sus servicios de plomero y gasista. «Soy inocente«, le había dicho a su abogado.

El informe del asistente social que lo entrevistó estableció que dijo haber cumplido «cada uno de los requerimientos que le fue encomendado tanto por el personal municipal como desde el Tribunal de Familia al que debió concurrir, ya que la madre de su hija requirió allí un régimen de visitas para poder contactarse» con la nena.

Asimismo, el hombre comentó que «el comportamiento de su hija se modificó en el último tiempo en forma marcada, no encontrando él motivos aparentes para tal cambio de conducta«.

El último contacto con su hija fue el 2 de agosto, vía WhatsApp, para preguntarle, como cada día, si había llegado a la escuela sin contratiempos.

Fue ese día que la chica, ahora de 13 años, decidió contar sus padecimientos en la escuela a la que asistía. Que su papá la violaba. Que la agredía verbalmente si no desarrollaba las tareas del hogar. Que no la dejaba hacer ninguna actividad por fuera de la escuela. Que le impedía ver a su abuela.

Esta mujer, en su declaración, sostuvo que «el cariño que ella observaba de él para con su nieta le parecía raro», ya que «veía aprietos» y que «la apoyaba con sus partes«, pero que «no sabía qué hacer porque esta persona era su papá«.

EMJ

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