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Resistencia
1 noviembre, 2024

Gana terreno otro tipo de vacuna del Covid y creen que puede traer menos dudas a la hora de dársela

Los infectólogos suelen repetir un mantra: la vacunación es víctima de su propio éxito. ¿Qué significa? Que la gente se inmuniza, deja de enfermarse de forma grave y eso le hace perder conciencia del peligro del patógeno. Pero se sabe que la inmunidad no es indefinida y, por lo tanto, hay que reforzarla.

Esa renovación de anticuerpos es lo que en el caso del Covid -en el contexto de una baja generalizada de la vacunación en el país- no está ocurriendo. La mayoría parece haber “olvidado” la enfermedad y por ende la necesidad de recibir una dosis periódica, sobre todo los grupos de riesgo.

La vacuna del Covid fue un punto de inflexión en la historia de la vacunación. Por un lado, porque aparecieron las vacunas de ARN mensajero que permitieron frenar la pandemia. Pero al mismo tiempo surgió una paradoja, especie de variación de la expuesta al principio y que abre más bien un interrogante: ¿La tecnología que fue la llave para superar la pesadilla nacida en Wuhan es la que ahora obstruye mayores niveles de cobertura vacunal?

La pregunta es global. En los últimos meses han surgido nuevas vacunas con una tecnología alternativa que, básicamente, lo que prometen es una experiencia post vacunal más amigable, es decir, que los efectos adversos leves que ocasiona el pinchazo -y en este caso hablamos sólo de los leves- sean todo lo leves como sea posible para que a la hora de la vacunación no haya indecisión producto de la traba que puede provocar el hecho de quedar “de cama” tras recibir una dosis y perder un día de trabajo o de estudio.

Ese malestar o sensación de estar «enfermo» tras ser inoculado es un escenario nuevo, que no había ocurrido en la misma medida con ninguna de las vacunas antes conocidas. Cuando el Covid alardeaba su acechanza no había duda. Ahora, en cambio, la ecuación costo beneficio parece haber cambiado. La incógnita es si ese “estado gripal” transitorio -para algunas personas más molesto que para otras-, que es el precio a pagar por reforzar la inmunidad, no es hoy una traba para alcanzar un objetivo de salud pública clave.

Tiempos de pandemia con una alta demanda de vacunas y menos dudas de recibir el pinchazo.  Foto: Ignacio Blanco / Los AndesTiempos de pandemia con una alta demanda de vacunas y menos dudas de recibir el pinchazo. Foto: Ignacio Blanco / Los AndesEl debate es más relevante aún en función de que la tecnología de ARN mensajero tiene potencial mucho más allá del Covid, y se propone como la nueva hegemonía sanitaria por su ductilidad y rapidez. La Organización Mundial de la Salud ya empezó a planificar una vacuna de ARNm para una posible futura pandemia de gripe aviar H5N1, dado que esta tecnología revolucionaria se ha vuelto casi un arma de guerra contra nuevos patógenos. El formato también se ha vuelto una esperanza contra el cáncer.

Debate sobre la tecnología sustentable

Pero a la vez en Estados Unidos ya empezó a sobrevolar la duda sobre la sustentabilidad en el tiempo de la opción ARNm -es decir, una vez superada la emergencia- con el foco puesto en la vacuna proteica de Novavax, de eficacia similar y sobre la que los expertos advierten menos efectos adversos, con una brecha sobre todo mayor con la Spikebax de Moderna.

Aquí, en Argentina, una alternativa similar ha llegado con la ARVAC, primera vacuna producida completamente en el país y que desde hace algunas semanas se puede adquirir en farmacias y vacunatorios privados, ya sin el nombre “Cecilia Grierson”, que se mantuvo durante el ensayo clínico y quedó amputado cuando la ANMAT autorizó el registro del fármaco para su uso en mayores de 18 años.

El Gobierno argentino, por el momento, continúa aplicando de manera gratuita para toda la población la vacuna de ARN mensajero, puntualmente la Comirnaty, de Pfizer, laboratorio con el que hace pocas semanas mantuvo reuniones no sólo para aceitar el vínculo por la vacuna del Covid, sino también por otras tres abastecidas por la compañía estadounidense para el calendario nacional.

La Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) recomendó la introducción de la vacuna ARVAC junto con la decisión de incorporar el medicamento al calendario oficial, lo que implicaría que sólo los grupos de riesgo pasen a recibirla de manera gratuita. Hasta donde pudo saber Clarín, no ha habido acercamientos entre el fabricante de la ARVAC y el Ministerio de Salud.

La vacuna Comirnaty que se sigue aplicando en Argentina de manera gratuita.La vacuna Comirnaty que se sigue aplicando en Argentina de manera gratuita.Una verdad asumida entre los médicos es que la mejor vacuna es la que se aplica: según el Monitor Público de Vacunación, actualmente hay en las heladeras de las 24 provincias argentinas más de 16 millones de dosis. Hoy se inyecta un promedio de 1.800 dosis por día. Si no fuera porque se vencen, a este ritmo se demoraría más de 24 años en agotar el stock.

En el país hay unos 5 millones de personas que nunca recibieron una vacuna contra el Covid y 12 millones que no completaron el primer esquema. De ahí en más, el déficit se acentúa: sólo 23 millones recibieron el primer refuerzo (tercera dosis) y 8,8 millones el segundo (cuarta dosis). Ya para el tercer refuerzo la cifra cae a 2,9 millones (6,3 por ciento de la población).

Mientras las vacunas proteicas parecen garantizar efectos adversos sistémicos -fiebre, cefalea, hinchazón local, náuseas, entre otros- más moderados, las de ARN mensajero tienen la ventaja de poder actualizar su fórmula mucho más rápido ante la mutación del virus.

No obstante, en Argentina se da la paradoja de que la vacuna que ofrece el Estado está “desactualizada”: se sigue usando en la mayoría de los casos la bivalente, mientras en el primer mundo existe la monovalente aggiornada a subtipos de Ómicron más recientes. Otra paradoja: la ARVAC, que por su tecnología demora más en adaptarse a las nuevas cepas, ya está ajustada aquí a un escenario epidemiológico más actual.

La opinión de los expertos

En Estados Unidos, expertos como el cardiólogo y genetista Eric Topol -muy influyente en la temática Covid- ha empezado a observar en las vacunas proteicas un posible camino para que la vacunación recupere el terreno perdido. Y hasta ha sugerido en una de sus publicaciones que muchas personas prefieren la Novavax “por sus menores efectos adversos”.

La vacuna de Novavax es la alternativa a las vacunas de ARN disponible en Estados Unidos y Europa. Foto: APLa vacuna de Novavax es la alternativa a las vacunas de ARN disponible en Estados Unidos y Europa. Foto: APEn Argentina aparece en la misma línea el infectólogo Roberto Debbag, presidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, que al tiempo de reconocer en las vacunas de ARNm un poder de fuego invaluable, subraya la ventaja de la menor reactogenisidad de las proteicas a partir de investigaciones y ensayos.

Del prospecto de ambos tipos de vacunas, en los que se describen los porcentajes de los diferentes efectos adversos sistémicos evaluados, se puede advertir amplias diferencias para cada uno de los síntomas. Por ejemplo, fiebre, 23,3% contra 1,6%; dolor de cabeza, 75,5% versus el 14,3%; dolores musculares, 45,5% contra 6,1%; y la lista sigue. En este caso la comparación es entre la Comirnaty y la ARVAC.

El hecho es que mientras las vacunas de ARNm usan el organismo de las personas vacunadas para producir las proteínas que entrenan el sistema inmunológico para reconocer y combatir el virus, las proteicas inyectan directamente las proteínas previamente cultivadas. Es decir, hay una parte del proceso que las vacunas de ARNm se saltean y eso permite que estén listas para ser aplicadas mucho más rápido.

Esa velocidad, tan valorada en plena pandemia, es la que de alguna manera le pasa una factura más abultada al cuerpo. Y en tiempos de mayor paz epidemiológica la gente no se muestra tan dispuesta a que ése sea el precio.

Así como en las urnas electorales el resultado suelen ponerlo los “indecisos”, en las campañas de vacunación exitosas sucede lo mismo. Pero lo que está en juego aquí no es el triunfo de uno u otro color político, sino algo inmediatamente más valioso: la salud de la gente.

La producción de la vacuna ARVAC, nacida en Argentina y cuya fabricación es nacional de principio a fin.La producción de la vacuna ARVAC, nacida en Argentina y cuya fabricación es nacional de principio a fin.Fue precisamente Debbag el que ha acuñado el término “indecisos” para diferenciarlos de los antivacunas. Y cree que hay dos maneras de persuadirlos para que se vacunen: “La primera es que entiendan que el Covid sigue siendo un virus de alto riesgo por las reinfecciones y el ‘Long Covid’; la segunda es la posibilidad de incorporar las vacunas proteicas sobre las que efectivamente las investigaciones muestran menos efectos adversos leves”.

A diferencia de otras vacunas, la del Covid no ha logrado por ahora convertirse en hábito, y su mayor o menor demanda depende exclusivamente de la percepción del peligro que tiene la gente. Las cosas no funcionan de esa manera, en cambio, para el combate de ninguna otra enfermedad cuya ventaja sea disponer de un inmunizante activo.

El costo de contagiarse el SARS-CoV-2 no resulta ahora tan visiblemente dramático, pero una cantidad de trabajos científicos dan cuenta del peligro de las reinfecciones sintomáticas: aumenta tres veces el riesgo de hospitalización, dos veces el de tener alguna secuela y más de tres el deterioro pulmonar, entre muchas otras complicaciones. Además de que el 11 por ciento de los pacientes evoluciona a Covid prolongado.

Por último, un dato que en pandemia era parte de la agenda informativa cotidiana y ahora ha quedado casi invisibilizado: en 2023 murieron cinco veces más personas por Covid que por gripe, y casi el 90 por ciento no tenía aplicada la dosis de refuerzo.

PS

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