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Resistencia
7 noviembre, 2024

Salvador Illa, investido president de la Generalitat

Salvador Illa ya es el nuevo presidente de la Generalitat. Impávido ante la incertidumbre del paradero de Carles Puigdemont, el líder del PSC se ha subido al atril para exponer sus credenciales. 45 minutos de discurso. Ni uno más ni uno menos, con la intención de ir al grano para registrar tan pronto como fuera posible los 68 ‘síes’ de ERC y de los Comuns. Y lo ha logrado pese al intento de Junts de impedirlo. 14 años después de la caída del tripartito, el PSC vuelve a llevar las riendas en la Generalitat, la tercera vez desde 1980. En la primera, con Pasqual Maragall, el reto era un nuevo Estatut. En la segunda, con José Montilla, se aprobó la nueva financiación. Ahora, si Illa ha logrado amarrar el aval de los republicanos, ha sido a cambio de ir un paso más allá con un concierto económico.

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Actualizada 08 AGO 2024 19:37

Salvador Illa ya es el nuevo presidente de la Generalitat. Impávido ante la incertidumbre del paradero de Carles Puigdemont, el líder del PSC se ha subido al atril para exponer sus credenciales. 45 minutos de discurso. Ni uno más ni uno menos, con la intención de ir al grano para registrar tan pronto como fuera posible los 68 ‘síes’ de ERC y de los Comuns. Y lo ha logrado pese al intento de Junts de impedirlo. 14 años después de la caída del tripartito, el PSC vuelve a llevar las riendas en la Generalitat, la tercera vez desde 1980. En la primera, con Pasqual Maragall, el reto era un nuevo Estatut. En la segunda, con José Montilla, se aprobó la nueva financiación. Ahora, si Illa ha logrado amarrar el aval de los republicanos, ha sido a cambio de ir un paso más allá con un concierto económico.

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El primero fue esta mañana y ha pedido un habeas corpus en el juzgado de instrucción 20 de Barcelona. La policía catalana había identificado a un agente que iría junto al expresidente y tenía intención de citarlo a declarar

Los Mossos d’Esquadra han desactivado a media tarde el dispositivo Jaula para tratar de localizar al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, que ha intervenido en un acto en Barcelona pese a tener una orden de detención y se ha dado a la fuga, aunque mantienen controles esporádicos, sobre todo, en la frontera.

Los Mossos han establecido desde alrededor de las 10:00 horas de este jueves controles en varios puntos de la red viaria catalana, sobre todo, en las salidas de Barcelona, lo que ha causado retenciones de tráfico, sin lograr localizar y detener a Puigdemont.

El pleno de investidura de Salvador Illa se ha reanudado sobre las 16.45 horas después de que la Mesa del Parlament, con mayoría de PSC y ERC, haya rechazado de nuevo su suspensión, que había solicitado Junts por segunda vez.

La Mesa ha acordado reanudar la sesión, tras reunirse también la Junta de Portavoces, después de que el presidente del grupo de Junts, Albert Batet, solicitara suspenderla por la que ha definido como «orden de detención» contra el secretario general de Junts, Jordi Turull.

Los Mossos d’Esquadra han reactivado a primera hora de esta tarde el dispositivo Jaula con controles en la red viaria de toda Cataluña para tratar de localizar al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont, que ha intervenido en un acto en Barcelona pese a tener una orden de detención y se ha dado a la fuga.

Los Mossos han levantado poco antes de las 14:00 horas los controles que habían establecido desde alrededor de las 10:00 horas en varios puntos de la red viaria catalana, causando retenciones de tráfico, sin lograr localizar y detener a Puigdemont.

Consciente de que con su proclamación el ‘procés‘ llega a su fin, por lo menos tal y como se había entendido hasta ahora, el flamante presidente ha prometido que su vocación es que los ocho millones de catalanes se sientan parte de la «misma Cataluña», una «nación abierta plural y diversa» dentro de una «España plurinacional» en el marco de una España federal.

Una cosa que también pasa, ha defendido, por la aplicación de la amnistía «sin subterfugios». De hecho, pese a ser siempre comedido a la hora de dirigirse al poder judicial, ha reclamado «respeto» por lo decidido por el poder legislativo. Hacer tabula rasa, dejar atrás la judicialización que ha azotado la última década la política catalana, es el pilar de ese «tiempo distinto» que sostiene que se abre paso tras las elecciones del 12 de mayo. Un nuevo ciclo ya sin mayoría independentista, con ERC y Junts certificando su divorcio de forma definitiva y un Govern alejado de la confrontación y «alineado estratégicamente» con el Gobierno. Illa defiende que eso requiere de una «hoja de ruta» y «recetas» diferentes a las que hasta ahora han marcado el rumbo, una Cataluña que considera que ha empezado ya a construirse bajo la batuta de Pere Aragonès, de quien ha asumido el legado sin matices.

«El país está hoy mejor»

Su proyecto pivota en una «tercera gran transformación» en Cataluña, tras la liderada por Jordi Pujol primero y por Pasqual Maragall José Montilla con los dos tripartitos después, de la que, ha insistido, el ejecutivo saliente ha puesto los «fundamentos». No deja de ser significativo que tras una legislatura en la que el PSC ha criticado duramente la gestión de ERC, Illa haya verbalizado que hace suya esa herencia y asumido que «el país está hoy mejor» tras el paso de Aragonès por la Generalitat.

Y es que, en la nueva etapa que se abre, el presidente ha asumido que «solo» no puede impulsar las políticas que Cataluña precisa, motivo por el que ha solemnizado que incorpora en su programa de gobierno de forma «íntegra» los dos acuerdos sellados con ERC y los Comuns. De los dos pactos, que son solo de investidura porque su Govern arrancará siendo monocolor, ha destacado, especialmente, la financiación singular, que los republicanos definen como la «soberanía fiscal». Para Illa este es un «paso substancial y necesario para el autogobierno» sin que vaya en detrimento de la solidaridad con el resto de territorios.

Dialogar con todos, menos con Vox y Aliança Catalana

Poco más ha dicho de esta carpeta, con cada palabra calculada al milímetro, consciente de que todo lo que diga será escudriñado por todos los flancos, tanto de los defensores que tienen que darle su ‘sí’ como de sus detractores. También ha subrayado el paquete de medidas para potenciar el catalán y, fruto de la entente con los Comuns, lo acordado en políticas de vivienda, que ha definido tan «ambicioso como factible». Esa coalición para la investidura, pese a que el Govern será monocolor del PSC, es la aritmética con la que se ha comprometido a gobernar. «Me gusta acabar los viajes con quien los empiezo», ha dicho, una manera de alejar la sombra de otras mayorías con Junts o con el PP y Vox. Aunque también asegurado que «tenderá la mano» a posconvergentes y populares para alcanzar acuerdos amplios. «Dialogaré con todos, menos con los del discurso de odio, que son Vox y Aliança Catalana», ha prometido.

El aspirante ha esbozado los ejes de su agenda de gobierno, aunque sin entretenerse. Ha mencionado el reimpulso de los servicios públicos, una reindustrialización verde, una agenda de infraestructuras para hacer frente a la sequía, superar una de las «barreras de la desigualdad más grandes» que tiene la sociedad en estos momentos, que es la crisis de la vivienda, poner coto a los pisos turísticos y de temporada, «coser» Cataluña con trenes o ampliar la plantilla de Mossos hasta los 22.000 agentes en 2030. Nada que pudiera chirriar a los oídos ni de los republicanos ni de los Comuns.

Sin «destruir» ni «insultar»

Su talante, ha remarcado, va a ser el de defender con «contundencia y vehemencia» el proyecto de su Govern a sabiendas de que no tiene la confianza de buena parte de la Cámara. Está dispuesta a «contrastar» y a debatir, pero no a «destruir o a insultar». La «mala educación», ha insistido, debería quedar al margen de la arena institucional por más discrepancias que haya. «Nos haremos un favor a todos», ha dejado caer.

Illa ha reivindicado su bagaje y sus orígenes, su familia «humilde y de clase trabajadora, de abuelos agricultores y de montaña», y también su formación en el «humanismo cristiano». Y no ha olvidado tampoco a su mentor político, Romà Planas, quien fuera también secretario personal de Josep Tarradellas. Justo este 7 de agosto, ha recordado, se cumplieron 70 años desde que este último fue escogido presidente en el exilio, en Ciudad de México. Él sale hoy de la puerta grande del Parlament ungido como el 133 jefe de la Generalitat.

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