Chicle. La sexta temporada de Cobra Kai es goma de mascar gastada, sin azúcar.
Ficción «estirada», revienta algoritmos, pero no tiene algo revolucionario para contar a seis años de su estreno. Una mina de oro que Netflix sigue excavando, aunque sólo quede brillantina en el barro.
En una era tan vertiginosa, con sobredosis de series y películas y exceso de estímulos, que pasen cuatro meses entre los primeros cinco capítulos de la última temporada (ya disponibles en la plataforma) y los próximos cinco (que llegarán en noviembre), es un despropósito. Peor aún: esperar a 2025 para los cinco episodios que completarán los 15 anunciados suena a agonía. La sensación de que se abusa de los puntos suspensivos.
La fórmula 5-5-5 atenta contra el producto. ¿No era mejor «blanquear» una séptima temporada en vez de hablar de «tres tramos» de la sexta? ¿La emoción del televidente logra quedar suspendida en el tiempo, o más bien se diluye? ¿No es hora de pensar en una futura ficción «costilla», con la lupa a fondo solamente en el inmenso Johnny Lawrence (William Zabka) y su derrotero desde la cuna?
La franquicia Cobra Kai es como la historia de un viejo abrigo que sale del ropero décadas después y con algunos parches y accesorios marca tendencia. Los creadores de la serie Josh Heald, Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg no quieren soltar este fenómeno -secuela de Karate Kid- que conecta generaciones. El costo de no hacerlo es alto.
Astuto, en la primera temporada el trío Heald-Hurwitz-Schlossberg jugó a alterar los destinos, invertir la lógica de la película, con el rudo y popular Johnny ya como el «perdedor» adulto de Cobra Kai y con el tímido Daniel -Ralph Macchio- ahora como el pez gordo del Valle. Lograron el shock del espectador, y que los sub 55 se sentaran con sus hijos para ver qué hizo el tiempo con estos dos jóvenes de los ’80 ya padres. Pero… tensar tanto el hilo narrativo desgasta.
Johnny (Lawrence), Daniel (Macchio) y Chozen (Yuji Okumoto).La quinta temporada se había estrenado el 9 de septiembre de 2022. Casi dos años atrás. La huelga de los guionistas de Hollywood metió la cola, las grabaciones se dilataron y eso enfrió pupilas. No faltan fans agotados de tanta espera y decepcionados: hay historias que parecen ir en círculos interminables (como la del villano indestructible John Kreese) y personajes periféricos que parecen estar sobrando.
Tanta demora sólo podría ser subsanada con una bomba en la trama. El problema es que la bomba aún no explotó.
El gran motor de la sexta temporada
Si algo valioso puede extraerse de esta última entrega es el golpe de efecto que sigue generando meter mano al pasado. La reaparición de personajes como Mike Barnes (Sean Kana, antagonista central en Karate Kid 3), o el ex villano de Karate Kid 2 -ahora «amigo» de Daniel- Chozen Toguchi ( Yuji Okumoto) arenga a los más nostálgicos.
Otro ingrediente suculento que entusiasma a los que quieren ver más que artes marciales y patada de grulla es la nueva vida de Lawrence como futuro papá junto a Carmen (Vanessa Rubio). Se disfruta de ese Johnny en la crisis de la mediana edad, a puro intento de reencauzar su vida, más doméstico, sensibilizado, haciendo equilibrio en una cornisa para no arruinar una vez más su rol de esposo y padre. También simpatiza la nueva dinámica familiar que incluye a los opuestos Miguel (Xolo Maridueña) y Robbie (Tanner Buchanan) como hermanos del bebé.
Kreese, ese villano que se vuelve repetitivo y poco creíble. ¡Alerta de spoiler! Nuestras retinas viajarán a Barcelona los próximos cinco capítulos (allí se desarrolla el esperado campeonato internacional de élite Sekai Taikai). Más allá de los armónicos o violentos movimientos de cuerpo, sin dudas el gran anzuelo viene por el lado de esa olla destapada, un secreto relacionado al fallecido Señor Miyagi (Pat Morita), maestro eterno de Daniel.
Miyagi no aparece como un personaje que vuelve de la muerte, pero los guionistas se las ingenian para que en la trama se siga hablando permanentemente de él.
¿Y si el pacífico e intachable Miyagi no era más que un asesino encubierto? ¿Y si Daniel LaRusso no hizo más que idealizar al gurú? ¿Y si la adultez le quita un velo a ese recuerdo inocente teñido de subjetividad? Ojalá haya un crecimiento, una curva pronunciada en el guion y en la capacidad de sorpresa de los espectadores. Las cinco primeras horas de esta nueva temporada dan indicios de que estamos cerca de humanizar a esa deidad que quedó en el corazón de todos al grito de «encerar-pulir».
Las chicas del dojo de Daniel. Cobra Kai, con su jerga íntima de sensei, bonsái y dojos sigue siendo pochoclo puro en el streaming, pero no pretende emular otra cosa. Su valor radica en hacer alarde de cierto cliché, en dejar de lado la solemnidad y los aires de profundidad. Y en homenajear a la década del ochenta. Entretenimiento noble, pero que tiene fecha de vencimiento.