Ha pasado algo más de un año desde que Mediaset anunció la cancelación definitiva de ‘Sálvame’, el único espacio televisivo, junto con ‘El programa de Ana Rosa’, que en su parrilla superaba el 10 por ciento de audiencia. La principal teoría sobre su fin, acuñada por muchos, fue que la docuserie de Rocío Carrasco, Rocío: contar la verdad para seguir viva, encendió el fuego que consumiría al programa a paso seguro. Pero la realidad es que no hubo una única razón. Aunque, como bien explica Esther Mucientes en un libro titulado ‘Por Sálvame ma-to’, es evidente que la polémica docuserie ayudó y “tuvo muchos efectos negativos” que casi nadie “advirtió” antes de que se emitiera —el relato de violencia sufrida por Rocío Carrasco dividió a la opinión pública y provocó una guerra entre las principales productoras del grupo audiovisual (La Fábrica de la Tele, responsable de ‘Sálvame’, y Unicorn Content, de la que Ana Rosa Quintana es copropietaria)—.
El primer capítulo del fin de ‘Sálvame’ comenzó a escribirse cuando en otoño de 2021 Telecinco perdió el liderazgo de las audiencias en favor de Antena 3. Al poco de que esto sucediera, Mediaset España decidió relevar a Paolo Vasile como consejero delegado al considerar que el modelo del hombre que durante más de dos décadas mantuvo en lo más alto la rentabilidad de la compañía audiovisual había caducado.
Sus responsables pensaron que había que evolucionar hacia otro tipo de televisión, una a la que se ha dado el nombre de ‘blanca’ y que tan bien ha representado Antena 3 desde hace tiempo. Y no estaba nada claro que un espacio tan provocador y bruto como ‘Sálvame’ fuese a encajar en ese nuevo modelo que buscaban. «Tras la marcha de Vasile, su sustituto, Alessandro Salem, llegó no solo para convertirse en el nuevo consejero delegado del grupo italiano, sino también para ser el brazo ejecutor de esos cambios», explica Mucientes.
Según relata en su libro la periodista del diario ‘El Mundo’, varios de los directivos más afines a Vasile fueron cesados a las semanas de que Salem llegase al cargo. «Alejandro Salem y el por entonces presidente de Mediaset, Borja Prado, tenían claro qué pasos había que seguir para intentar convertirse en esa televisión familiar que, creían (y siguen manteniendo), iba a sacar a Mediaset de una más que dolorosa travesía por el desierto. Cada uno tenía sus propias ideas de hacia dónde tenía que dirigirse esa nueva Telecinco y cada uno chocó con las ideas del otro. Pero en lo que los dos siempre estuvieron de acuerdo fue en que había que poner fin a ‘Sálvame’, el programa que más se identificaba con la fórmula televisiva de Paolo Vasile, pero, sobre todo, el programa que más representaba aquello con lo que querían acabar en la nueva etapa del grupo italiano».
Éxito inesperado
Más allá de la polémica, parece mentira que ‘Sálvame’ llegara al mundo como un programa de relleno. Corría el mes de marzo de 2009 cuando los creadores y directores de La Fábrica de la Tele, una de las empresas participadas por Mediaset hasta su disolución a finales de 2023, arrancaron en horario de late night ‘Golfo’, un programa semanal donde colaboradores como Rosa Benito, Belén Esteban o Kiko Hernández se dedicaban a comentar en clave de humor lo que se había visto en la gala del reality ‘Supervivientes’.
Nadie esperaba que un espacio creado para rellenar las horas muertas se convertiría poco después en un reality diario en vivo y en directo que muchísimos televidentes esperaban cada día con ansia. En eso y en el dueño y señor de las tardes, que, desde el fin de ‘Aquí hay tomate‘, se habían quedado en una triste franja en la que aquello que se programaba ni tenía éxito ni representaba la televisión que quería Vasile —un hombre que, por cierto, siempre sostuvo que lo importante de hacer tele es ganar dinero y ahorrarse lecciones, porque “al público no hay que mejorarlo ni educarlo, solo quererlo»—.
De la telebasura a la revolución
Desde el principio, ‘Sálvame’ fue tildado de telebasura, un tipo de tele que en estos momentos se encuentra fundamentalmente concentrada en la programación denominada del corazón y la llamada telerrealidad. Pero el programa de Jorge Javier Vázquez y compañía no fue el inventor de ese concepto, sino que más bien siguió una estela que dejaron otros, como ‘Tómbola’, y lo reinventó.
«Es innegable que hicieron muchas cosas mal y que traspasaron muchas líneas rojas», reflexiona Mucientes. «Pero ese monstruo, al que ahora la mayoría critica, creó un nuevo concepto de televisión que hoy por hoy está presente en el 99,9 por ciento de los programas que vemos y, además, lo hacemos con orgullo. Por ejemplo, las mesas políticas, esas que la nueva cúpula de Mediaset prohibió en los programas de entretenimiento de la cadena —es decir, en ‘Sálvame’—, siguen el mismo patrón de los debates que se planteaban en el programa. Todos hablando a la vez, todos mirando sus móviles, tablets y dispositivos como si en ellos estuviera el mayor secreto del Estado, todos provocando a todos, unos rebatiendo lo que dicen los otros y los otros rebatiendo lo que dicen los unos. ‘Śalvame’ fue tal cíclope que aquellos que tuvieron que competir con él en alguno de sus catorce años de vida vivían pendientes, incluso obsesionados, con lo que iba a hacer el monstruo, o con qué nueva y loca idea iba a sorprender».
Por mucho que a algunos les pese, Sálvame tenía la capacidad de enganchar a todo tipo de gente. Era una especie de droga, una sustancia altamente adictiva que se convirtió en necesaria en muchos hogares. Para Óscar Cornejo, la mitad del cerebro que dio vida al programa, lo que ha aportado ‘Sálvame’ a la pequeña pantalla se puede comparar con lo que aportaron Chicho Ibáñez Serrador, Valerio Lazarov o Josep Maria Mainat: “Ha sido la gran escuela de la tele de la última década. Ha sido el magazine de tarde más longevo de la televisión, un reality casi incontrolable donde lo importante es la historia por encima de los tradicionales protocolos”.
Cornejo, hoy día uno de los responsables de Fabricantes Studio, creadora de ‘Ni que fuéramos‘, saca pecho por haber sido capaz de idear un formato al que los analistas atribuyeron también «un legado técnico» por su forma de realizar el programa, con total libertad y rompiendo algunas normas básicas: «Derribamos la cuarta pared y permitimos que presentadores y colaboradores no solo pudieran moverse a su antojo por todo el plató, sino que también pudieran salir al pasillo, ir al baño, contestar al móvil, ponerse a merendar o dormir incluso».
Éxito y caída de ‘Aquí hay tomate’
Realmente, ‘Sálvame’ tuvo mucho de otro de los programas que ya forman parte de la historia de la televisión patria: ‘Aquí hay tomate’. Durante sus casi cinco años de historia, este formato puro corazón, producido por Salta y La Fábrica de la Tele, se llegó a emitir los siete días de la semana y en ciertos momentos superó los tres millones de espectadores de media. ¡Ahí es nada! Pero Telecinco tomó la decisión de cancelarlo en febrero de 2008, a pesar de que seguía siendo líder de su franja horaria con el 21,5% de share.
«Según dijeron, porque había sufrido una pérdida de espectadores por la competencia en la sobremesa: en La 1 estaba ‘Amar en tiempos revueltos’; en La Sexta, ‘Sé lo que hicisteis’…; y en Cuatro, ‘Fama, ¡a bailar!’. Pero ninguno de estos programas llegó nunca a marcar las audiencias de ‘Aquí hay tomate’, ninguno llegó a superarlo», menciona Mucientes, quien recuerda que Mediaset y el propio Vasile se hartaron de demandas, de innumerables polémicas y de duras críticas —marcas como Matutano, Pascual y Nestlé recibieron presiones de distintas asociaciones de espectadores y padres de familia para que retiraran su publicidad del programa de cotilleo—.
Llegó un punto en el que la cadena tenía en contra a la mayoría de los personajes del corazón de España. Algunos, como Norma Duval, presentaron una demanda contra el programa por asegurar que había mantenido un escarceo amoroso con Fernando Esteso, y fue indemnizada con 140.000 euros. También les llevó al banquillo Terelu Campos, quien años después, curiosamente, se convirtió en colaboradora, e incluso presentadora, de ‘Sálvame’. La hija de María Teresa Campos puso aquella demanda después de que ‘Aquí hay tomate’ mostrase imágenes de ella y Pipi Estrada en una discoteca arrimando cebolleta, y la Audiencia Provincial de Madrid condenó al espacio a pagarle 150.000 euros.
Jorge Javier Vázquez y Carmen Alcayde, en ‘Aquí hay tomate’. Mediaset
«Paolo Vasile siempre negó que el fin del ‘Tomate’ fuese por las innumerables demandas, igual que la cúpula que cerró ‘Sálvame’ negó que lo hiciera porque buscaban acabar con la televisión de Vasile y ‘Sálvame’ era su mayor exponente», apunta Mucientes. «La versión oficial aseguró que el programa desaparecía para reinventar las tardes y porque, según contaron fuentes de la cadena que hoy ni siquiera están, no querían quemar un programa líder de audiencia y lo mejor era despedirlo en lo más alto».
Ahora bien, ¿cuál era la clave de ‘Aquí hay tomate’? La principal, esa manera tan descarada de sumergirse en el universo del colorín. Mucientes señala en las páginas de su ensayo que antes de este programa, a excepción de ‘Tómbola’, los personajes eran tratados por la prensa «como si cagaran en los baños del Olimpo», y que el espacio conducido por Carmen Alcayde y Jorge Javier Vázquez cambió esas reglas. Si había que ironizar, ridiculizar y cruzar todas las líneas rojas, lo hacían.
«Querían hacer una televisión irreverente, y se les descontroló. Algo parecido a lo que pasó con ‘Sálvame’, pero sin que la sangre llegara al río», opina la periodista. Aunque ‘Aquí hay tomate’ se centraba en los personajes del corazón de siempre, mientras que ‘Sálvame’ consiguió crear un mundo del corazón hecho a medida.
«Su cuore salía de ellos mismos y, aunque por supuesto había cabida diaria para los personajes de siempre, ‘Sálvame’ hubiera sobrevivido perfectamente solo con los que formaban parte de su universo: con sus colaboradores, con sus presentadores, incluso con sus directores”, apostilla. ‘Sálvame’ cogió lo mejor y lo peor de los mayores éxitos televisivos de una década en la que la televisión cambió para siempre. Sus antecesores revolucionaron la pequeña pantalla; ‘Sálvame’ reinventó y reescribió aquella revolución, la hizo suya”.