«Nada, nada, puede interponerse con la salvación de nuestra democracia, eso incluye la ambición personal. Por eso he decidido que el mejor camino es pasar la antorcha a una nueva generación. Es la mejor forma de unir a nuestra nación«. Con esas palabras, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha explicado este miércoles en un discurso al país desde el Despacho Oval en horario de máxima audiencia su decisión de renunciar como candidato demócrata para medirse en noviembre a Donald Trump, un esfuerzo que ahora lidera la vicepresidenta Kamala Harris.
Era la primera aparición con declaraciones de Biden desde que el domingo, a través de una carta distribuida en X (Twitter), anunció esa renuncia, que llegó tras semanas de intensa presión de su propio partido por los miedos sobre su estado y sus capacidades a los 81 años, disparados tras su desastrosa actuación en el debate frente a Trump el 27 de junio . No ha entrado en hablar de ello, aunque a lo largo de los 11 minutos se le ha podido notar alguna dificultad para leer parte de su discurso, una intervención bañado en solemnidad.
«Hay un momento y un lugar para los largos años de experiencia en la vida pública», ha dicho Biden, que ha destacado lo lejos que ha llegado «aquel niño que tartamudeaba». Y entonces ha añadido que hay también un tiempo y un lugar para voces «nuevas», «frescas» y «más jóvenes» y ha añadido que» ese tiempo y lugar es ahora». Harris, a la que ha definido como «experimentada, dura, capaz», tiene 59 años.
La democracia
Biden ha hecho un repaso y encendida defensa de los logros de su presidencia, de su liderazgo y de su visión, argumentos por los que había decidido buscar la reelección y que creía que ameritaban un segundo mandato. Ha prometido seguir trabajando los seis meses que le quedan en el cargo en hacer avanzar su agenda.
Pero ha hecho también hincapié en el peligro en que ve la democracia ante un posible retorno al poder de Trump, incluso sin mencionarlo por nombre. «La defensa de la democracia es más importante que cualquier cargo«, ha dicho. ««Adoro esta oficina, pero amo más a mi país«.
Ha retratado a EEUU en «un punto de inflexión» y ha asegurado que se vive uno de esos «momentos en la historia en que decisiones que hacermos ahora determinan nuestro destino». «En las próximas décadas EEUU va a tener que elegir entre avanzar o retroceder, entre esperanza u odio, entre unidad o división».
También ha dicho que los estadounidenses deben decidir si aún creen en la «honestidad, decencia, respeto, libertad, justicia y democracia»» y ha planteado si el «carácter en la vida pública aún importa«.
«EEUU es una idea, una idea más fuerte que cualquier ejército, mayor que cualquier océano, más poderosa que cualquier dictador o tirano», ha declarado.
«Lo grande de EEUU es que aquí no mandan reyes o dictadores, manda el pueblo», ha dicho en el cierre. «La historia está en sus manos; el poder está en sus manos, la idea de EEUU está en sus manos«.